MADRID / ORTVE, experiencias formales de tres siglos
Madrid. Teatro Monumental. 13-X-2023. Judith Jáuregui, piano, Orquesta y Coro RTVE. Director: Christoph König. Obras de Beethoven, Quislant y Rachmaninov.
Si la experimentación formal está en la base del progreso musical, no cabe duda de que el excelente concierto de la Orquesta Sinfónica RTVE nos ha dado muestras de tres experiencias sobre la forma que proceden respectivamente de los siglos XIX, XX y XXI. A la Fantasía Coral op. 80 de Beethoven se le suele perdonar la vida como a una obra menor. En mi opinión, es al contrario, una obra fuera de lo común que muestra las inquietudes beethovenianas por alcanzar nuevos horizontes formales. Es de 1808, época de las grandes sinfonías centrales, y es pieza de mucho atractivo que se abre con un noble y amplio solo del piano a partir del cual se van sucediendo una serie de variaciones orquestales (oboes, clarinetes…) que luego van secuenciándose unidas y separadas por originales toques de trompas o cortinillas de los contrabajos. El coro llega al final de una manera espléndida con un texto de resonancias masónicas atribuido a Christoph Kuffner amalgamando todos los elementos en un rotundo cierre formal. Conocido es que el tema principal, que ya usara en un lied anterior; se transformará en el del coro de la Novena Sinfonía demostrando como un compositor genial puede transformar un tema que aquí es señorial y casi dieciochesco en la explosión libertaria del Freude, schöner Götterfunken tan impactante. Judith Jáuregui fue una solista ideal, tocando con nitidez y suma elegancia impregnándose del espíritu de la obra para hacernos llegar claramente su mensaje. También el Coro y Orquesta RTVE estuvieron magníficos y Christoph König demostró su conocimiento de la obra y capacidad para expresarla.
Penúltima obra orquestal de Rachmaninov, que Stokowski estrenara en 1936, la Sinfonía n,3 op.44 no es la más conocida ni seguramente la mejor de las composiciones de un autor que, sin embargo, busca en sus tres movimientos una cierta innovación formal dentro de una tradición férrea que se ancla en Chaikovski. No deja de ser curioso que Rachmaninov, abiertamente antisoviético, se acercara bastante a lo que hacía el sinfonismo de esa área en un momento en el que Prokofiev, que sí volvió a su país, estaba en un polo contrario. König y la orquesta, que está en gran momento, nos ofrecieron una excelente versión.
Y hubo un estreno importante, el de la obra ganadora del Premio Reina Sofía de la Fundación Ferrer Salat que lleva ya cuarenta ediciones. Y creo que, en una trayectoria que hay que agradecer pero que, como es lógico, tiene altibajos, esta vez se ha conseguido una de las mejores obras de su historia. Se trata de Unda maris, del bilbaíno Javier Quislant (1984), un autor ya estimado y reconocido. La nueva obra es un espléndido trabajo orquestal en el que los timbres son la base principal en una elaboración muy cuidada que responde a un intento formal muy interesante. Precisamente la forma, que suele ser el talón de Aquiles de muchas obras recientes, es manejada aquí de manera esplendorosa. El autor dice basarse en la formación de las olas y eso se transmite de alguna manera, aunque más que música descriptiva es una evocación de algo que da estructura a la variada riqueza tímbrica en sucesivas formaciones acumulativas que se resuelven con naturalidad y pasan a construir otra. La obra es coherente, primorosamente hecha y nos envuelve en un caleidoscopio sonoro lleno de atractivo y significado. Es música en cuya búsqueda hay que ir pero que, a su vez, viene hacia nosotros. Creo que König la entendió muy bien y la realizó con limpidez y eficacia muy bien auxiliado por la Orquesta RTVE que nos ofreció en todo momento un concierto de primera calidad.
Tomás Marco