MADRID / ORTVE: Dvorák y la música como salvación
Madrid. Teatro Monumental. 24-II-2022. Dvorák, Stabat Mater. Orquesta Sinfónica y Coro RTVE. Director: Christoph König.
La pérdida de un hijo sólo puede sentirla quien es padre. Toda aproximación de quienes no lo somos —padres, quiero decir— a ese sentimiento de pérdida se queda en un mero acto de comprensión intelectual. El 21 de septiembre de 1875, fallecía Josefa, hija del compositor bohemio Antonin Dvorák (1841-1904). Fue entonces cuando Dvorák comenzó a componer el Stabat Mater, su primera obra religiosa. Por aquel entonces Dvorák tenía 34 años. Dos años antes se había casado en Praga con Anna Čermáková y en un periodo de tan solo tres años, entre 1873 y 1876, Anna y Antonin tuvieron tres hijos: Otakar, Josefa y Ruzena. Ninguno de ellos sobrevivió a la infancia. En este contexto, uno puede entender por qué Dvorák eligió el poema medieval de origen franciscano Stabat Mater (Estaba la madre dolorosa junto a la cruz, llorosa…) que tantos otros compositores han musicado. Componer esta obra probablemente lo liberó del duelo por la pérdida de una hija, y eso se nota en el movimiento final, que termina en una tonalidad mayor, renaciendo así la esperanza tras la muerte. Dvorák escribió una primera versión en 1876 para coro, cuatro solistas y piano. Es probable que las tempranas muertes de Otakar y Ruzena después de la de Josefa fueran la motivación para que revisara esa primera versión y la orquestara en una segunda versión de 1877.
Esta última fue la versión que anoche pudimos escuchar en el Teatro Monumental en una estupenda interpretación de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE, con la soprano finlandesa Marjukka Tepponen, la contralto alemana Betina Ranch, el tenor canario Juan Antonio Sanabria y el bajo finlandés Mika Kares, todos ellos dirigidos por Christoph König, quien será el próximo director titular de la orquesta a partir de septiembre de 2023 en sustitución del actual, el asturiano Pablo González.
El Stabat Mater de Dvorák consta de diez movimientos: dos de ellos —el primero (Stabat Mater dolorosa) y el último (Cuando corpus morietur)— con cuarteto, coro y orquesta; el segundo (Quis est homo, que non fleret) para cuarteto y orquesta; los movimientos tercero (Eja, Mater, fons amoris) y séptimo (Virgo virginum preclara) para coro y orquesta; el cuarto (Fac, ut ardeat cor meum) para bajo, coro y orquesta; el sexto (Fac me vere tecum flere) para tenor, coro y orquesta; el octavo (Fac, ut porte Christi mortem) para dúo de soprano y tenor y orquesta; y el noveno (Inflammatus et accensus) para contralto y orquesta.
La interpretación de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE, así como de los cuatro solistas, fue emocionante y vibrante, y la dirección de Christoph König propició que se escucharan fragmentos de gran belleza como los del tenor con la sección masculina del coro en Fac me vere tecum flere o como el solo de la contralto Bettina Ranch, con potentes graves, en Inflammatus et accensus. Igualmente la soprano Marjukka Tepponen y el bajo Mika Kares hicieron magníficas interpretaciones. Entendemos que quizás la orquestación que hizo Dvorák no es la que más partido puede sacar de la orquesta, pero esto es sólo opinión de quien subscribe. Esta cantata confiere cierto protagonismo al coro que estuvo magnífico, muy conjuntado con la orquesta, mostrando matices y hermosísimas sonoridades, destacando ese momento a cappella en el último movimiento antes del final… No en vano, el coro y su director, Marco Antonio García de Paz, fueron los más aplaudidos por el público.
Escuchar el Stabat Mater de Dvorák, una obra tan poco interpretada en España —en los últimos veinticinco años apenas cinco veces, dos de las cuales son las de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE de ayer y hoy—, fue un privilegio que nos dejó con la emoción a flor de piel y la esperanza en que hay luz al final del camino, precisamente en estos tiempos en los que la guerra amenaza a Europa… Quienes no tenemos hijos no sabremos qué se siente ante su muerte, igualmente, quienes no hemos vivido una guerra no sabremos la profunda tragedia que supone para tantas personas inocentes, pero quienes vivimos la música como salvación, confiamos en que su poder, allí donde halla oídos, salve al mundo.
Michael Thallium