MADRID / ORTVE: cuando Bartók abrió el Este

Madrid. Teatro Monumental. 26-I-2023. Miguel Borrego, violín, Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Juanjo Mena. Obras de Lutoslawski y Bartók.
El boom de la vanguardia polaca en los años 60 causó impacto en Occidente y resquebrajó el monolítico estilo del realismo socialista impuesto en todo el Este por la música soviética. Y uno de los grandes de aquel movimiento fue Witold Lutoslawski, uno de los grandes maestros de la segunda mitad del siglo XX. Compositores que tenían mal acceso al dodecafonismo de la Escuela de Viena y que tomaron como guía no la obra de Schoenberg-Webern sino la de Bartók.
El Concierto para orquesta de Lutoslawski es la primera gran obra de su autor, (más tarde lo sería la Música fúnebre de 1958, escrita, por cierto, en memoria de Bartók). Al mismo tiempo, la primera gran obra de síntesis entre Bartók y lo serial, si bien el Concierto es ya una obra muy acabada que, teniendo la esencia bartokiana muy presente, sin ocultar influjos y basándose en los tratamientos dado al folclore por el maestro húngaro, trata de manera muy personal el folclore polaco, que no solo estiliza, sino al que dota de nueva significación con sus contrapuntos atonales.
Tres amplios movimientos muy complejos y variados establecen climas sumamente atractivos en los que se explotan las posibilidades instrumentales en un caleidoscopio de colores, ritmos y estructuras que demuestran una gran energía y una creatividad de primer orden. No es obra fácil y necesita de una orquesta en plena forma, como lo está actualmente la Sinfónica de RTVE, y de un maestro que sepa extraer consecuencias, planificar y expresar. Y ese sin duda fue Juanjo Mena, uno de nuestros directores más internacionales y un gran músico, quien supo plantear una versión limpia, virtuosa, en la que lo íntimo y lo grandioso se equilibraban para darnos la mejor versión de una gran pieza.
Y nada más lógico que presentar en el mismo programa, como primera obra una del iniciador de esta cosecha en una de sus composiciones más maduras, el extraordinario Concierto para violín y orquesta nº 2 del propio Bartók, único hasta que se descubrió el escrito para Stefy Geyer que no es desdeñable. Resulta una de las aportaciones más rotundas de su autor y su época. Un concierto virtuoso que necesita un gran solista y que lo tuvo en Miguel Borrego, uno de los más fiables violinistas españoles, que mostró un gran virtuosismo, sonido con presencia y afinación exquisita, además de musicalidad y magnífico modo de hacer.
Pero también la orquesta tiene mucho que decir en esta obra y se mostró encomiable de precisión y sonido mientras Mena daba una verdadera lección de cómo se puede hacer bien una obra tan compleja y, al mismo tiempo, tan valiosa. Éxito grande para solista, orquesta y director, que era plenamente merecido, porque todo el concierto fue realmente de los que dejan un recuerdo permanente. Como propina, el solista, con su compañera de orquesta, Mariana Todorova, ofreció unos de los 44 dúos que escribiera para dos violines el propio Bartók. En este caso, uno de los más íntimos y sutiles. Después, vendría la apoteosis sonora de Lutoslawski.
Tomás Marco
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