MADRID / ORTVE: Case Scaglione, la presencia de un buen director
Madrid. Teatro Monumental. 4-II-2022. Jevgēnijs Čepoveckis, violín. Orquesta Sinfónica RTVE. Director: Case Scaglione. Obras de Mendelssohn y Dvorák.
Decía Carlos Pujol (1936-2012) en sus Cuadernos de escritura que “un crítico está justificado en la medida en que es buen lector y buen escritor”. El sabio catalán —uno de esos escritores que despiertan justificada veneración entre los exiguos lectores que tiene— se refería más al crítico literario que al musical. ¿Qué justifica entonces a un crítico musical? Además de buen lector y escritor, debe ser buen escuchador y, a ser posible, músico humilde, aunque esto último no es ni imprescindible ni necesario —hete ahí el caso de George Steiner (1929-2020), uno de los más excelsos críticos literarios y musicales de la historia, que no sabía ‘música’, o el de tantos ‘músicos reputados’ cuyas críticas resultan un auténtico tostón. Uno lee y escucha mucho, escribe lo que buenamente puede y, de modo muy humilde y esporádico, hace algo de música. Sirva esta digresión previa para exculpar las consideraciones que haré a continuación sobre el segundo de los conciertos del XXII Ciclo de Jóvenes Músicos de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE.
Uno se alegra de comprobar que los concursos a los que se presentan miles de jóvenes músicos, muy talentosos y bien formados, tienen su recompensa profesional para quienes los ganan. El joven violinista letón Jevgēnijs Čepoveckis (Riga, 1995) fue el ganador, en 2020, del II Concurso internacional de violín CullerArts que organiza el Ayuntamiento de Cullera y cuyo jurado preside el director de orquesta Cristóbal Soler. Una de las recompensas profesionales del concurso era la de poder tocar con la Orquesta Sinfónica RTVE en la temporada 2021-2022. Pues bien, esa recompensa se materializó el pasado viernes. Jevgēnijs Čepoveckis interpretó el conocidísimo Concierto para violín en Mi menor op. 64 de Felix Mendelssohn (1809-1847).
Esa misma obra pudo escucharla uno en la final del concurso de marras en el que se proclamó vencedor a este joven y talentoso violinista. Entonces, la impecable interpretación de Jevgēnijs Čepoveckis le valió la unanimidad del jurado —del que uno formaba parte— y público. Un año y medio más tarde, ahora con la Orquesta Sinfónica RTVE, uno tuvo la oportunidad de volver a escucharlo. Ninguna interpretación mejora porque se hable bien de ella y se le endiñen los consabidos adjetivos de ‘fantástico’, ‘excelente’, ‘extraordinario’ o ‘brillantísimo’; la sugestión promocional resulta mucho más fácil que la calidad musical, y hay quien se conforma con esto, sobre todo en esta época en la que aparentar se parece peligrosamente a ser. No quiero decir con esto que la interpretación de Jevgēnijs Čepoveckis no fuera buena. Fue impecable, como la de hace un año y medio en CullerArts. Sin embargo, uno no ha notado una evolución sustancial desde entonces y, a pesar de que probablemente la mayoría del público quedase encantado con su interpretación, adoleció de falta de profundidad. Igualmente ocurrió con la Loure de la Partita nº 3 de Bach que tocó como propina: impecable, pero sin hondura. Hoy en día hay cientos de miles de intérpretes fantásticos, excelentes, extraordinarios y brillantísimos… Jevgēnijs Čepoveckis puede ser uno más o, por el contrario, diferenciarse. Ese es un camino sólo a él destinado y que él solo ha de recorrer.
La segunda parte del concierto la protagonizó el director invitado Case Scaglione, a quien nunca uno había visto dirigir. Si no lo he nombrado antes es porque él mismo, muy acertadamente, quiso quedar en un segundo plano y dar protagonismo al joven violinista letón durante la primera parte del concierto. Con esto quiero decir que lo acompañó excelentemente con la orquesta. ¡Ahí se nota la presencia de los buenos directores! Case Scaglione es el director principal de la Württembergisches Kammerorchester Heilbronn y de la Orchestre national d’Île-de-France. En el programa, una obra que uno no había escuchado en directo: la Sinfonía nº 7 en Re menor op. 70 del compositor checo Antonín Dvorák (1841-1904). Esta sinfonía consta de cuatro movimientos (I Allegro maestoso, II Poco adagio, III Scherzo-Vivace y IV Finale-Allegro). Dvorák la compuso entre 1884 y 1885 a raíz de un encargo de la London Philharmonic Society. Inicialmente, se publicó como su segunda sinfonía, aunque más tarde se catalogó como séptima. Es una música dramática, austera, expresiva, una verdadera obra maestra. Case Scaglione y la Orquesta Sinfónica RTVE se amalgamaron en una interpretación magnífica, muy sobresaliente, llena de contrastes e intensidad. Sería injusto destacar sólo a un miembro de la orquesta, porque la verdad es que el conjunto tocó estupendamente. No obstante, uno no puede dejar de mencionar al percusionista que esa noche tocó los timbales, porque, francamente, lo hizo muy bien. Case Scaglione supo dar el digno protagonismo que merece la orquesta que tan notablemente dirigió.
La imaginación es un recurso compensatorio de quien escucha. Uno suple lo que le falta y necesita fantaseando para dar alas a su incapacidad. Con su interpretación, Case Scaglione avivó la imaginación de quienes pudimos escuchar esta sinfonía. El público así lo reconoció con el aplauso. Y la noche terminó como si uno sólo hubiera escuchado la Séptima de Dvorák en el Teatro Monumental.
Michael Thallium
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