MADRID / ‘Oro y Plata de Ramón’: de los álamos de Vásquez, a los nardos de Montiel
Madrid. Centro Cultural Pilar Miró. 7-XI-2020. Oro y Plata de Ramón. Autoría: Antonio Castillo Algarra e Ignacio Rodulfo Hazen. Director: Antonio Castillo Algarra. Mariví Blasco, Pilar González Barquero, Javier Sintas, Ignacio Rodulfo Hazen y Antonio Castillo Algarra, intérpretes. Cristina Cazorla y Eduardo Morante, bailarines. Nicolás Casas, piano. Daniel Bernaza, corneta, saxofón, clarinete y cornetín de pistones. Juan Carlos de Mulder, guitarra barroca. Obras de Vásquez, Briceño, Gershwin, Boesset, Guerrero, Narváez, Del Encina, Tecglen, Falla, Porter, Ledesma/Oropesa, Correa, Alonso y anónimos.
Es teatro, pero también es música, porque en el Siglo de Oro, en el que se basa esta historia, el teatro y la música iban de la mano. Es el Siglo de Oro, pero también es la Edad de Plata, cuyo principal exponente es Ramón Gómez de la Serna, bajo cuyos ojos, siempre surrealistas, transcurre la narración. Es la música barroca (y la renacentista), pero también es el jazz, el music-hall, el tango, el cuplé o el flamenco. Es la música de los negros norteamericanos y la de los gitanos españoles de principios del XX, pero también son los álamos de Sevilla que visitaba Juan Vásquez en el XVI para comprobar si realmente los meneaba el aire y, de paso, para ver a su linda niña. E igualmente son los nardos de la calle de Alcalá, inmortalizados en el cuplé de Sara Montiel. Y todo ello, concentrado en hora y media trepidante, en la que desfilan personajes tan variopintos como Lope de Vega, Quevedo, Cervantes, García Lorca o Josephine Baker. Y, por supuesto, el genial Ramón, encerrado en su torreón de la calle Velázquez, desde el cual ve desfilar al mundo con una mirada entre escéptica y sarcástica. Ramón es esa ‘tercera España’ que, hastiada y desencantada, siempre sucumbe apisonada por las otras dos Españas, la de Indíbil y la de Mandonio. Estamos en el caluroso verano de 1936 y la tragedia no ha hecho más que comenzar: Ramón escapa de ella en barco y se refugia en Buenos Aires, de donde ya nunca más regresaría.
Antonio Castillo Algarra es un enamorado del teatro clásico español, que hace unos años decidió emprender una loca aventura, a la que bautizó For the Fun of It. Primero fue la Crítica del amor y ahora es Oro y Plata de Ramón, un cabaret barroco con canciones del Siglo de Oro y de la Edad de Plata a partir de textos de Lope de Vega, Quevedo, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, García Lorca o, por supuesto, Ramón Gómez de la Serna, con sus greguerías, el género que él inventara. Este espectáculo musical está concebido por Castillo, que actúa y canta, y por Ignacio Rodulfo Hazen, que también actúa, también canta y también toca la guitarra (por supuesto, la barroca). El pegamento musical es la soprano Mariví Blasco y el coreográfico lo es Gala Vivancos. Todos los que intervienen en él hacen de todo, rememorando a aquellos cómicos de un pasado aún cercano que recorrían de punta a punta España a golpe de zapatilla para llevar un poco de alegría y entretenimiento a los desheredados de la fortuna (¿recuerdan La Barraca lorquiana?).
Oro y Plata de Ramón se estrenó hace dos semanas en el Real Coliseo de Carlos III de El Escorial y ahora ha visto su segunda función en la Villa de Vallecas. Dentro de pocos meses, si los malhadados vientos del coronavirus no lo impiden, el espectáculo desembarcará en los Teatros del Canal de la capital. Merece mucho la pena. La falta de medios económicos se suple con ingenio y entusiasmo, que es como siempre se ha funcionado el teatro. Porque el teatro es el arte de la ilusión, y la ilusión es lo que nos mantiene vivos a los seres humanos.
Eduardo Torrico
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