MADRID / ONE (Focus): Entre lo francés y lo alemán
Madrid. Auditorio Nacional. 6 mayo 2022. Obras de Wagner, De Pablos, Turina y Del Campo. Orquesta Nacional de España. Director: Álvaro Albiach
El Festival Focus de la Orquesta Nacional se dedica este año a la música española de entreguerras y su primer concierto pretendía mostrar la pugna entre la influencia francesa y la alemana en la música española del periodo. Se trata en todo caso de una simplificación musicológica, ya que el problema es más complejo, hay que tener en cuenta la personalidad de cada autor, y finalmente se obvia que la mayor influencia a partir de Falla, aunque surja de París, es la de Stravinsky en toda la Generación del 27 y el propio Falla. Pero el programa era importante porque mostraba obras de gran categoría que se tienen olvidadas.
La segoviana María De Pablos (1904-1990) fue alumna de Conrado del Campo y de Paul Dukas y la primera mujer que becó en música la Academia de España en Roma. Ha sido redescubierta hace poco, aunque quedan escasas obras suyas, ya que pasó sus últimos cincuenta años recluida en un psiquiátrico. Se interpretaba aquí la que es su obra máxima, que ella nunca pudo escuchar más que en transcripción pianística, el poema sinfónico Castilla, trasunto sonoro de un poema de Manuel Machado. Obra sólida que trasciende tanto lo alemán como lo francés hacia un lenguaje muy español con vocación universalista. Bien diseñado y excelentemente orquestado, es un trabajo coherente y que merece conocerse más.
Unánimemente preterida por los directores, organizadores y hasta por los coreógrafos españoles, que tantas cosas dudosas escogen como música, Ritmos es una de las mejores obras de Joaquín Turina, prácticamente desconocida por estos pagos. Se trata de un poema coreográfico escrito para Antonia Mercé (que tampoco lo bailó) y como obra sinfónica funciona estupendamente por su perfección formal, su capacidad armónica, rítmica y orquestal y una finura de factura en la que lo folklórico español es un fondo y no un fin. Obra de gran categoría, es difícil entender por qué no se toca muchísimo más ya que, además de buena, es directa y muy atractiva.
En cualquier país interesado en su patrimonio sonoro, El infierno de la Divina Comedia de Conrado del Campo sería de estricto repertorio, pues es una obra maestra de seguro diseño, hondo dramatismo y gran logro orquestal. En su tiempo, Del Campo era tildado de “pesado” solo porque defendía la música wagneriana y germánica en general. Pero hoy, cuando en las orquestas domina lo germánico y lo francés está prácticamente barrido, salvo Debussy y Ravel, no se sostiene el prejuicio. Por otra parte, la obra es más straussiana que wagneriana por su adhesión a la forma del poema sinfónico, aunque también tiene mucho que decir como expresión personal. Música de gran calidad y obra que merece ser tocada mucho más.
Junto a estas piezas españolas se programaron dos preludios wagnerianos, el de Tristán e Isolda y el de Parsifal. La Orquesta Nacional de España, en un momento excelente, los tocó con gran calidad dirigida por un maestro que traduce muy bien ese repertorio, Álvaro Albiach, a quien se debe mucho del éxito del concierto. Además de estas buenas versiones, Albiach explicó sonoramente con detalle y lógica la obra de De Pablos e hizo una gran versión de la de Del Campo. El Turina salió con finura, pero también hubo alguna vacilación menor. En conjunto, brindó hizo un gran concierto y demostró que es un director de primera fila. Por su parte, la ONE actuó con entrega y categoría, y la música española escogida demostró que no solo es de primera calidad, sino que las influencias francesas o alemanas son una manera de hablar nada determinante. En realidad, se asistió a un gran concierto que tuvo el éxito que merecía.
Tomás Marco