MADRID / OCNE: dos rusos y una fantasía española

Madrid. Auditorio Nacional (Sala Sinfónica). 29-I-2022. Kyohei Sorita, piano. Orquesta Nacional de España. Director: David Afkham. Obras de J.L. Turina, Prokofiev y Shostakovich.
La utilización por parte de los compositores de materiales ya usados por otros es una constante en la historia musical. Pero la modernidad ha introducido una especial manera conceptual de hacer eso que es lo que los tratadistas americanos han llamado borrowing y aquí se suele conocer como ‘música sobre músicas’. Casi todos los compositores actuales lo han practicado en algún momento y un hito de ese proceso es el Tiento y batalla de Cristóbal Halffter. José Luis Turina es un ilustre compositor que ha tocado el tema en varias ocasiones y su intento más notorio es la Fantasía sobre una fantasía de Alonso de Mudarra compuesta en 1989 para la Orquesta de Tenerife. Ya el original de Mudarra imita (“contrahace”, como él escribe) el tema del misterioso arpista Ludovico. Turina usa ambos materiales dentro de un contexto estructuralmente interesantísimo y muy suyo, y con un soberano tratamiento orquestal que no es ni mucho menos una simple orquestación. Obra brillante y soberanamente hecha, es en muchos aspectos merecedora de considerarse como maestra.
El más difundido de los conciertos de Prokofiev es sin duda el Concierto para piano y orquesta nº 3 en Do mayor op. 26. Obra sólida, llena de energía y peso rítmico, de gran virtuosismo, tuvo como excelente solista al japonés Kyohei Sorita de impecable técnica y muy adecuado para esta obra en la que lució totalmente. Como contraste, la chopiniana propina que propuso tras el amplio éxito obtenido.
Tras la Quinta, la más popular y cuestionable de sus sinfonías, la más conocida de las puramente instrumentales de Shostakovich es la Sinfonía nº 10 en Mi menor op. 93. Obra amplia y poderosa que cruza momentos del mejor y del menos bueno Shostakovich. Independientemente de las elucubraciones sobre su posible contenido, en realidad es una sinfonía con la misma aspiración de todas desde Haydn a la hora actual: crear una gran estructura formal, autónoma, autosignificante y con capacidad emocional más allá de su abstracción como forma pura. Y el autor soviético lo concibe así más allá de algunos problemas formales y de algún pasaje menos conseguido que otros. El conjunto es de una gran obra muy personal. Y si, a veces, se puede considerar que la música de cámara del autor es más rotunda en sus logros que la de las sinfonías, hay que pensar que es porque en aquel género las autoridades pasaban de presionarle y en el orquestal tenía toda la carga de la atenta mirada de los ortodoxos del régimen. En conjunto, la Décima es una obra poderosa y de cualidades entre las que no se excluye un concepto particular de la orquestación que si está muy alejada de la perfecta filigrana de un Ravel no deja de ser eficaz y muy perceptiblemente suya.
David Afkham entiende bien la música de Shostakovich y me parece que está cómodo en ella. Su versión fue muy notable y la Orquesta Nacional brilló a gran altura como conjunto y también en los múltiples solos que aparecen a lo largo de la obra. Fue así un concierto brillante con un cierto peso ruso pero aliviado por la claridad española de la obra de Turina sobre Mudarra, que era como un compendio de talento español.
Tomás Marco