MADRID / Luisa Fernanda visita el cine Doré

Madrid. Teatro de la Zarzuela. 28 de enero al 14 de febrero / Moreno Torroba: Luisa Fernanda / Yolanda Auyanet, Rocío Ignacio, Jorge de León, Javier Franco. Coro de la Zarzuela, Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección de escena Davide Livermore. Director musical Karel Mark Chichon.
Federico Moreno Torroba y Pablo Sorozábal son los dos grandes nombres del final de la zarzuela como género creativo. Coincidieron en el tiempo, rivalizaron en la escena y se detestaron abiertamente, pero ambos hicieron una música personal aunque muy homologable en técnicas y estéticas y dejaron obras para el repertorio. Entre las de Moreno Torroba destaca ampliamente Luisa Fernanda, que se ha convertido en una de las más populares del género. El libreto es del omnipresente dúo durante una época formado por Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, quienes lograron una de sus más aseadas creaciones. Aunque se trata de una historia de amores cruzados, por su localización durante ‘la Gloriosa’ (la revolución que derribó a Isabel II en 1868) se la ha conceptuado como una zarzuela liberal, cosa que comparte con otra de su época, un poco anterior, como es La calesera de Alonso, aunque ninguna de ellas es tan abiertamente crítica como lo fueran antes algunas de Barbieri. Tal vez influye el momento de su estreno, 1932, aunque los libretistas nadaron y guardaron la ropa hábilmente.
Para esta producción del Teatro de la Zarzuela, Davide Livermore, que es un excelente director de escena, ha optado por basarse en una serie de proyecciones cinematográficas que ocurren explícitamente en el histórico cine Doré (sede actual de la Filmoteca Española). La original propuesta ofrece la ocasión para interesantes soluciones y, a la vez, como ocurre con este tipo de ocurrencias, chirría en ocasiones con el texto y las propias situaciones dramáticas. Al final, como en toda cosa impostada, el invento hasta le estorba, porque en el tercer acto lo esconde todo lo que puede. Pero no se piense que es un mal montaje. Es interesante, aunque pueda parecer desigual.
Otro tanto ocurre con la escenografía de Gió Forma, bella y atractiva, aunque tal vez con un exceso de giros del decorado, y con el vestuario de Mariana Fracasso, muy irregular, con trajes bellísimos (espectaculares algunos de la Duquesa) o curiosamente atractivos, como el despliegue de modernidad sudamericana de las bailarinas extremeñas del final, y otros francamente feos, como los uniformes militares, que en cambio eran muy decorativos en esa época. La sensación al final es que la obra sucede a la vez en distintas épocas, y seguramente es lo que se pretende para crear un buen espectáculo, que al final es lo que resulta.
Musicalmente, la obra mezcla lo romántico con lo popular y exhibe buena vena melódica. Destacaron las voces femeninas de Yolanda Auyanet y Rocío Ignacio. El tenor Jorge de León aguantó muy bien su papel, así como el barítono (verdadero protagonista de la obra), que en la sesión del sábado 30, que es de la que hablo, fue Javier Franco, del segundo reparto, ya que Juan Jesús Rodríguez estaba enfermo. Pese a las mascarillas, el Coro de la Zarzuela que prepara Antonio Fauró cumplió muy bien y la Orquesta de la Comunidad de Madrid demostró su pericia en un género que cultiva desde hace bastante tiempo. No la dirigía un especialista en zarzuela, pero Karel Mark Chichon demostró que la profesionalidad suple a la experiencia en los géneros y, sobre todo, que es un buen concertador. El espectáculo obtuvo un éxito que sin duda merece. Un espectáculo, en suma, muy recomendable.
Tomás Marco