MADRID / Los cuartetos de Conrado del Campo: un nacionalismo diferente
Madrid. Fundación Fundación Juan March. 6. VI. 2023. Conrado del Campo: Cuartetos de cuerda nos. 6 & 7 bis. Cuarteto Gerhard.
Los quince cuartetos de cuerda (y algún apéndice más) de Conrado del Campo constituyen uno de los más grandiosos monumentos de la música de cámara española, y creo que también europea, del siglo XX pese a que son un remoto arcano para la mayoría de los españoles, incluidos los que gustan de ese género. Y es que la desidia y la incuria con que ha sido tratado su autor tradicionalmente supera a lo que es habitual con nuestros compositores históricos.
Del Campo fue considerado como un internacionalista germanizante, cuando en realidad era tan nacionalista como sus contemporáneos más conspicuos, llegando a practicar hasta el casticismo. Eso sí, no se basaba en lo andaluz ni era impresionista como obligatoriamente tenía que ser el nacionalismo entonces imperante. Su música nacía de un romanticismo basado en la forma beethoveniana, en la armonía wagneriana y en el intrincado contrapunto a la Reger, aunque bien es cierto que Reger ha sido siempre tan ignorado como despreciado entre nosotros. Y todo ello realizado con gran personalidad y con un matiz claramente español.
Por eso es tan importante la iniciativa de la Fundación Juan March de ir editando y grabando, además de presentando en concierto, todo este corpus tan abundante en obras maestras, de las que solo se tocaban de vez en cuando el cuarteto Caprichos románticos o el Carlos III. La nueva sesión nos ha descubierto dos obras tan excelentes como asombrosas. El Cuarteto n.6 en Si menor, Asturiano, que él llamaba ‘Cuatro estudios en forma de cuarteto sobre cantos populares asturianos’, fue compuesto en 1908 y no se estrenó hasta setenta y cinco años más tarde. Se trata, sin embargo, de una obra colosal en cuatro formidables movimientos, que utiliza hasta once motivos asturianos y los desarrolla con una gran libertad y una extraordinaria vitalidad. La obra debiera ser uno de los puntos de referencia de nuestro nacionalismo sonoro y sin embargo andamos descubriéndolo ahora.
El Cuarteto n.7 bis en Mi menor nace del verdadero Cuarteto n.7 de 1911, del que el autor decide hacer una nueva versión cuarenta años después, en 1952. No estamos ante un arreglo ni una adaptación, sino ante una obra en paralelo que transcurre como si de una hermana gemela se tratase, una especie de Cástor y Pollux con su propia identidad. Obra sólida y grandiosa con un primer movimiento netamente beethoveniano al que sigue un scherzo original, decidido y lleno de giros tan imprevistos como logrados. El Adagio es la sublimación expresiva de un romanticismo personal y de buena ley, mientras que el final vitalista recuerda de alguna manera lo mejor de los cuartetos de Dvorák. Otra obra redonda que merece ser preservada, quizá no tan original como la anteriormente tocada, que es única, pero sí grande y hermosa.
Las obras se ejecutaron a partir de dos cuidadas ediciones críticas firmadas por Tomás Garrido y Aldo Mata (el n.6) y Garazi Echeandia (el n. 7 bis). Muy buen trabajo, habida cuenta de que determinar un texto canónico a partir de manuscritos de esa época es tarea endemoniada. Y cómo no, una ocasión así merece intérpretes sobresaliente. Los tuvo en el Cuarteto Gerhard, formado por Lluis Castán, Judit Bardolet, Miquel Jordá y Jesús Miralles, que ofrecieron versiones solventes, muy bien estudiadas, perfectas de ejecución y con amplia expresividad. Si hace escasos días les pudimos aplaudir ampliamente en la Fundación BBVA, en el concierto monográfico dedicado a Steve Reich, no menos lo merecieron en sus interpretaciones de Conrado del Campo, lo que habla mucho a favor de su versatilidad y su amplitud de miras, que no es la del manierismo especializado sino la del músico de verdad capaz de gustar e interpretar músicas que merezcan la pena. Y así, por obras y versiones, hemos asistido a una sesión que cobra una dimensión histórica en la recuperación de un patrimonio artístico nacional que andaba ignorado.
Tomás Marco
(foto: Dolores Iglesias / Archivo Fundación Juan March)