MADRID / La Ritirata honra a Boccherini y Brunetti

Madrid. Auditorio Nacional. 19-XII-2020. La Ritirata (Hiro Kurosaki, violín; Herbert Lindberger, viola; Josetxu obregón, violonchelo y dirección). Obras de Cayetano Brunetti, Michael Haydn y Luigi Boccherini.
No ganamos para sobresaltos… El concierto inaugural del XLVIII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid estuvo a punto de cancelarse, pero no por culpa del coronavirus sino, al parecer, de otro virus. El jueves por la mañana, Josetxu Obregón, violonchelista y director de La Ritirata, apareció con el lado derecho de su rostro paralizado. Tras una visita a urgencias hospitalarias, le indicaron que la probable causa tal vez era vírica. O tal vez, el estrés era el culpable. Y le dijeron que tuvieran paciencia, que el problema desaparecería pasadas unas semanas. En esas circunstancias, es de encomiar el esfuerzo realizado por Obregón para seguir adelante con el concierto, aunque hubo que modificar sustancialmente el programa anunciado, ya que no se encontraba en las debidas condiciones físicas para afrontarlo íntegramente. Lo que en un principio iban a ser dos tríos de Luigi Boccherini y sendos divertimenti de Franz Joseph Haydn y Cayetano Brunetti se convirtió luego en un trío de Boccherini, un divertimento de Brunetti y un dúo para violín y viola de Haydn, pero no de Franz Joseph, sino de su hermano mayor, Michael. Lo compensó Obregón abriendo el concierto con un emotivo solo de El cant dels ocells en la versión de Pau Casals, que sirvió para rendir tributo a las víctimas de la maldita Covid-19.
Brunetti compuso 23 tríos para violín, viola y violonchelo, cuyo destinatario era José Álvarez de Toledo Osorio, duque consorte de Alba por su matrimonio con Cayetana, la que se suponía hasta hace no mucho que era la maja que, tanto vestida como desnuda, había retratado Francisco de Goya. El duque consorte de Alba tocaba la viola y para él Brunetti escribió estos tríos con la mencionada combinación instrumental. José Álvarez de Toledo era el arquetipo del aristócrata ilustrado y un excelente violista, que formó parte del círculo musical del infante don Gabriel de Borbón, hermano menor de Carlos III y otro apasionado de la música (clavecinista, para más señas, alumno aventajado del Padre Soler). Brunetti los denominó “divertimenti” para que diferenciarlos con claridad de los tríos para dos violines y violonchelo que en ese momento constituían la formación camerística más extendida. El interpretado por La Ritirata en este concierto fue el nº 1 en La mayor, L. 145, compuesto en 1784. Junto a Obregón formaron el violinista Hiro Kurosaki y el violista Herbert Lindberger, ofreciendo una delicadísima lectura.
Con Obregón en el camerino para reponer fuerza (el violonchelista reconoció al final de concierto que el cansancio producido por la enfermedad le estaba pasando factura estos días), Kurosaki y Lindberger interpretaron a continuación el Dúo en Do mayor para violín y viola nº 1 MH 335 de Haydn. Kurosaki y Lindberger se conocen desde niños y su compenetración resulta admirable. Hace siete años, formando parte del Salzburger Haydn-Quintett (en el que también estaba Obregón), registraron la integral de los quintetos de cuerda de Michael Haydn, compositor por el que Lindberger siente veneración. Kurosaki, micrófono en ristre, explicó en una larga y bien documentada exposición la historia de los Seis dúos para violín y viola del hermano de Papá Haydn. Fueron un encargo, pero, como no le daba tiempo a tenerlos listos en el plazo convenido, tuvo que recurrir a su gran amigo Wolfgang Amadeus Mozart para que escribiera los otros dos, cosa que el salzburgués hizo a la velocidad del rayo. Obviamente, no los firmó, por lo que hasta hace no muchos años se pensaba que los seis dúos eran de quién sí los firmaba, Michael Haydn.
Boccherini fue el encargado de poner el punto final al concierto, de nuevo con Obregón sobre las tablas. La Ritirata interpretó el Trío en Do menor op. 14 nº 2 (G. 96), obra compuesta en 1772. Sin desmerecer a las dos obras que le precedían, la superior calidad de este trío boccheriniano quedó patente desde los primeros compases. El segundo movimiento, Adagio, fue una gloriosa delicia. Lo que estuvo a punto de irse al traste por un virus (o por el estrés, quién sabe) se convirtió en una magnífica velada musical, con la Sala de Cámara del Auditorio Nacional completando el aforo permitido (un 75 por ciento del total). Boccherini y Brunetti, Brunetti y Boccherini, son dos colosos musicales del siglo XVIII español, pero en el caso de Brunetti no ha sido hasta hace muy recientes fechas que se le ha dado el valor que realmente tiene. La Ritirata lleva años honrándolo y justo es que se le reconozca ese mérito.
Eduardo Torrico