MADRID / La línea Schumann de la OCNE

Madrid. Auditorio Nacional. 24-IX-2021. Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE). Miguel Colom, violín. Director: David Afkham. Obras de Schumann y Sibelius.
Apertura de curso en la Orquesta y Coro Nacionales en una temporada que esperamos más normal. La anterior fue un desafío que puso a prueba la imaginación organizativa para mantener, con la profesionalidad y pundonor de profesores y gestores, una temporada que al final resultó brillante y mucho más abierta y con obras de real interés, más que a veces en la normalidad. Este año el comienzo era de repertorio estricto, lo que tampoco está mal si responde a una línea argumental y esa línea es precisamente la obra de Schumann.
Los extremos del concierto eran plenamente schumannianos. Para empezar, un escasamente trillado Nachtlied op. 108, donde el autor demuestra su capacidad para el canto logrando una visión personal de la noche subrayando los versos de Friedrich Hebbel. Obra hermosa en la que el coro mostró su calidad y David Afkham su conocimiento profundo del lirismo de este autor. El coro estaba diseminado a lo largo de muchos bloques del Auditorio y no parecía lo mejor para un empaste romántico, pero lo hubo. Y con un bello resultado. Se ve que tanto Miguel Ángel García Cañamero, su director (al que, por cierto, no mencionaba el programa entregado en sala), como Afkham lo habían estudiado a fondo.
Cerraba una de las composiciones más recordadas de Schumann, la Sinfonía nº 3 en Mi bemol mayor op. 97, conocida como “Renana”, una obra cuya ordenación formal, más lograda de lo que se suele decir, no impide traslucir un íntimo sentido del paisaje que se convierte no en descripción sino en emoción. Se le suele adjuntar un programa detallado, pero no es música descriptiva ni narrativa, sino de evocación, con la omnipresencia del Rin… de 1850, distinto del de ahora. Todo ello fue muy bien explicado directorialmente por Afkham en versión energética y vivaz y donde la orquesta respondió con calidad y entrega.
En medio tocaba un gran solista, el madrileño Miguel Colom, que pertenece a esa importante pléyade de jóvenes violinistas españoles de talla internacional que ahora tenemos. Colom, que es uno de los mejores productos de la Escuela Reina Sofía y ya actúa como concertino en la propia OCNE. Posee un sonido amplio al que acompaña una técnica segura y espectacular y una afinación prácticamente infalible. Tocaba un concierto que ahora se prodiga mucho más en Madrid que los de Beethoven, Brahms o Chaikovski, el Concierto en Re menor op. 47 de Jan Sibelius, una pieza virtuosa y difícil, con una cierta oscuridad, casi opacidad, orquestal en la que se puede brillar maravillosamente si se toca tan bien como lo hace Colom.
Su actuación fue casi una lección de sonido y nervio, llena de plenitud y, al mismo tiempo, de delicadeza que haría difícil encontrarle un parangón incluso a nivel internacional. Concierto grande, tocado a lo grande, por un violinista grande. Estuvo muy bien acompañado por el maestro titular y los profesores de la orquesta y el éxito fue tan arrollador como se merecían el solista y la ocasión. Menos entusiasmo concitó la propina bastante sorpresiva. Una versión violinística de Recuerdos de la Alhambra de Tárrega que funciona regular fuera de la guitarra y que supongo que era la versión de Ruggero Ricci que es la que se suele hacer. Si era otra, da lo mismo, porque es perfectamente prescindible.
Al final, el programa completo demostró, como si eso no estuviera suficientemente claro, que el repertorio estricto necesita de un plus de calidad sin el cual no saldría de un nivel arqueológico en vez de argumentar capacidad de vida actual como evidentemente ocurrió en este concierto. Afkham saludó al final al público con motivo de la inauguración de temporada y dio como propina una bella versión de la Amorosa, una de las estupendas Diez melodías vascas de Guridi.
Tomás Marco