MADRID / Juventudes impulsos y calidades
Madrid. Auditorio Nacional. 16-IX-2019: María Hinojosa, soprano. JONDE. Director: Javier Ulises Illán. Obras de Haydn, Mozart y Beethoven.
Bajo el no muy afortunado epígrafe “Delirios… ¡de concierto!” se ha desarrollado esta grata sesión que nos ha situado de nuevo ante la juvenil formación dependiente del INAEM que, desde su fundación en 1983, tan excelente rendimiento ha tenido en el alumbramiento de futuros y competentes instrumentistas.
Sonido global terso, tímbrica brillante, primeros atriles lucidos, conjunción apreciable, equilibrio general entre familias y afinación son algunas de las virtudes que hemos podido detectar ahora en la Orquesta y que revelan la excelente labor que a su frente viene realizando, desde 2001, su director artístico, el compositor José Luis Turina, puestas de nuevo de manifiesto, con meridiana claridad, a lo largo de este concierto gobernado por la clara y musical batuta de Javier Ulises Illán. Conocíamos de los méritos de este músico, de tan amplia y acrisolada formación foránea y fundador de dos formaciones tan lustrosas como la española Nereydas y la suiza Accademia Barocca Lucernensis.
Las maneras ágiles y expeditivas, no exentas de una connatural elegancia, de Illán dieron curso a una sesión muy amena y disfrutable, que reunía a los tres grandes representantes de la primera escuela de Viena. En todo momento, y es una de sus virtudes mayores, el director, batuta en mano casi siempre, supo establecer los adecuados planos sonoros, resaltar las voces principales, remarcar los contrapuntos y pintar con habilidad los distintos paisajes, como pudimos apreciar particularmente en la maravillosa Sinfonía concertante para violín y viola K 364/320d de Mozart, donde actuaron a satisfacción como solistas Luis Esnaola y Joaquín Riquelme, ambos pertenecientes a la Filarmónica de Berlín y el segundo, además, antiguo miembro de la JONDE. Esnaola mostró un sonido de relativa entidad, fino, delgado, estilizado, pero reveló un fraseo de extrema pureza, una afinación muy segura y una claridad e intención expositivas de primer orden. Y fue secundado por Riquelme con un espectro tímbrico sedoso, penumbroso, terso y muelle, con muy leves inexactitudes de tono. Ambos frasearon como los ángeles y ofrecieron un Andante para quitar el hipo, en el que todos los relojes se detuvieron.
María Hinojosa puso voz a las arias de concierto Misera, dove son de Mozart y Ah, Perfido! de Beethoven y la Escena de Berenice de Haydn. Soprano lírica de poderosa segunda octava, arrestos, certera expresión a flor de piel, convenientes dotes actorales y firmeza emisora, vivió los dramas de las tres desgraciadas féminas con entrega y sinceridad. Su timbre, levemente nasal, es un tanto agreste y su vibrato, a veces muy acusado. Es valiente por arriba, pero destempla no poco en las notas más altas. Resolvió con aplomo las agilidades y cumplió bien en los trinos. Illán mantuvo en todo momento el pulso y se acopló bien con la voz. Había brindado como apertura una jugosa ejecución de la obertura de Cosí fan tutte de Mozart, rubricada por un crescendo final muy bien planificado, y una verdaderamente chispeante y bien coloreada de la de L’Isola disabitata de Haydn.
Arturo Reverter