MADRID / Jorge Jiménez y Tercia Realidad recrean la música ‘italiana’ de la España del siglo XVIII

Madrid. Teatro Fernán Gómez. 11-VI-2023. Música Antigua Madrid 2023. Jorge Jiménez (violín y dirección) & Tercia Realidad. Al gusto de Isabel (de Farnesio) – Oberturas de ópera y música de cámara italianizante al gusto de la reina Isabel de Farnesio.
Isabel de Farnesio, como es bien sabido, fue una mujer de armas tomar. Tras el fallecimiento de María Luisa Gabriela de Saboya, se convirtió en la segunda esposa de Felipe V, casándose por poderes en su Parma natal en 1714 y, ya durante su camino hacia Madrid (en realidad el encuentro con el rey se produjo en Guadalajara), demostró tener un gran carácter quitándose de en medio a la influyente princesa de los Ursinos en un célebre episodio ocurrido en Jadraque. Mujer ambiciosa, tuvo una creciente influencia sobre su esposo, especialmente después de que éste retomase el trono en 1724 tras la fallida abdicación en su hijo Luis (fallida por la prematura muerte de éste). Las frecuentes crisis depresivas que sumían al monarca en estados de profunda postración permitieron que la reina interviniese cada vez más en las tareas de gobierno, condicionando la labor de los ministros y permitiéndole llevar a cabo su proyecto de recuperar los territorios italianos perdidos en el Tratado de Utrecht para sentar a sus hijos en un trono. Tras la muerte del rey en 1746, fue desplazada de la corte por su hijastro Fernando VI y se recluyó en el palacio de La Granja. Quiso recuperar su influencia política con la llegada al trono de su hijo Carlos en 1759 pero éste tenía sus propias ideas después de su larga experiencia de gobierno en Italia y no parece que siguiera sus consejos. Murió en Aranjuez en 1766.
La Farnesio recibió una educación esmerada e incluso la viperina pluma de Saint-Simon concedía que la reina “conocía a la perfección la música”. Fue responsable en parte de la introducción del gusto italiano en España y de la llegada de músicos de ese país. Basándose en esta circunstancia, el grupo Tercia Realidad, que dirige el violinista Jorge Jiménez, ha diseñado un programa bajo el título “Al gusto de Isabel (de Farnesio)…”, en el que se dan cabida algunos de estos compositores junto a otros que digamos que estaban, pasaban o pasarán por esa España borbónica del siglo XVIII.
El programa incluyó dos oberturas de dos óperas de Francesco Corselli: Achille in Sciro -recientemente programada en el Teatro Real- y Farnace, todavía pendiente de una reparación (quienes conozcan la historia del Farnace de Savall ya saben de lo que hablo), arregladas por Jorge Jiménez, con la ayuda de Toni Pons, para el orgánico del concierto. Corselli fue uno de los músicos -seguramente el de más talento- que se trajo la Farnesio de Parma, donde era maestro de capilla y cuyo padre había sido años atrás maestro de baile de la futura reina de España. Corselli empezó siendo maestro de música de los infantes, pero llegará a ser maestro de la Capilla Real española durante más de 30 años, además de desarrollar una notable carrera operística. Las oberturas interpretadas, que siguen el patrón de tres movimientos -dos tiempos rápidos entre los que se intercala uno lento más breve-, son obras muy atractivas y nos muestran a un compositor chispeante, que sabe moverse dentro de las convenciones aportando algunos rasgos de genio. A pesar de lo reducido del grupo -o más bien debido a ello-, la interpretación tuvo un gran poder evocador, plena de intensidad y sentido musical. No soy un gran admirador de la introducción de la percusión en la Música Antigua, pero he de reconocer que cuando se emplea con el rigor, la inventiva y la moderación de Daniel Garay la cosa cambia y puede aportar soluciones interesantes.
Otro músico italiano que llegó a España de la mano de Isabel de Farnesio fue Mauro d’Alai, quien viajó con su séquito desde Parma. D’Alai fue uno de los primeros en difundir en nuestro país un modelo de sonata para violín menos corelliano, más virtuosístico podríamos decir, el propio de la generación de Geminiani o Veracini a la que pertenecía. De él se interpretó la Sonata nº1 en La menor, publicada en Londres en 1728, una obra en cuatro movimientos, cuyo andante inicial curiosamente tiene un tema muy parecido al de la sarabande de la quinta suite para violonchelo de Bach. Se trata de una obra notable que encontró en Jorge Jiménez a un solista que supo hacer justicia a la calidad de esta música.
La influencia popular en la música “culta” española del siglo XVIII es innegable; los compositores se dejaron seducir por los temas pegadizos y la riqueza rítmica de las danzas populares, especialmente del fandango, cuya moda se extendió por Europa y así la encontramos a finales de siglo, por ejemplo, en el acto tercero de Las bodas de Fígaro. En el concierto que nos ocupa se interpretaron dos fandangos para violín y bajo, que junto a un capricho para violín solo han sido descubiertos y editados recientemente por la musicóloga Ana Lombardía. Jorge Jiménez y Josep María Martí Durán a la guitarra barroca, con algunas aportaciones de la percusión de Garay, ofrecieron una interpretación vibrante de estos fandangos. En cuanto al Capricho, Jiménez resolvió con aparente facilidad los desafíos técnicos que planteaba una música de eminente carácter virtuosístico; una pieza que, al menos, merece integrarse en el repertorio de “bises” de los violinistas.
Si vibrantes resultaron los fandangos, qué decir de los Canarios (otra danza de moda) que se marcó Josep María Martí, seguramente el momento más eléctrico del concierto, demostrando que, además de ser un músico exquisito, también puede jugar el registro más saleroso o incluso macarra si la música lo requiere. El despliegue técnico y expresivo del que hizo gala encandilaron al público, como no podía ser de otra manera. De nuevo Garay fue un complemento perfecto para una música, esta de Gaspar Sanz, a la que la percusión le sienta como anillo al dedo.
Uno de los compositores de esta época en que el influjo de la música popular fue decisivo en la configuración de su estilo es Luigi Boccherini. El músico de Lucca llegó a España en 1769, cuando era uno de los más afamados violonchelistas de Europa (para ser un país que musicalmente es considerado por muchos como de segunda fila, resulta curioso el poder de captación de grandes músicos que tenía España en el siglo XVIII) y aquí entró al servicio del infante Don Luis de Borbón, hermano de Carlos III, con el título de “compositor y virtuoso de cámara”. Boccherini integró de forma habitual en su música elementos de la música popular que contribuyeron a enriquecer su estilo, convirtiéndose en las últimas décadas del siglo XVIII en uno de los mejores compositores de su tiempo, especialmente de música de cámara. Sus tríos, cuartetos y quintetos constituyen una de las mayores aportaciones a la música instrumental europea de su época. En el concierto se incluyeron dos de los Tríos op. 34, una colección de seis tríos para dos violines y violonchelo escritos durante los años de destierro del infante Don Luis en Arenas de San Pedro a causa de su matrimonio morganático con María Teresa de Vallabriga. Boccherini debió de ser feliz durante esos años, pues esta música respira optimismo, serenidad y nobleza. El Trío n.º2, que se interpretó en primer lugar, es una obra que combina pasajes de gran intimismo con otros casi exultantes, estupendamente recreados por Jorge Jiménez, un Daniel Pinteño que contagiaba entusiasmo y Elisa Joglar. Tratándose de Boccherini, es lógico que la parte del violonchelo sea la más comprometida (es el peligro cuando los virtuosos se meten a compositores), con pasajes de dobles cuerdas y posiciones extremas que pusieron en dificultades en algún momento a una violonchelista tan competente como Joglar. El concierto se cerraba, al menos teóricamente, con el Trío n.º 5 que, dentro de un envoltorio liviano y galante, es una obra de gran maestría y madurez; el tema y variaciones con el que se cierra es una de esas pequeñas joyas que puede uno encontrarse cuando se adentra en la ingente producción camerística de Boccherini.
Fuera de programa, todos los intérpretes reunidos, tocaron un nuevo fandango y sirvieron otra de canarios para que no se fuera nadie con hambre.
Un delicioso concierto para cerrar la 4ª edición de Música Antigua Madrid, un festival que esperamos y deseamos que se consolide como una cita habitual para el público amante de la Música Antigua en la capital y una oportunidad de ofrecer sus programas para los grupos jóvenes y no tan jóvenes, de Madrid y de fuera.
Imanol Temprano Lecuona