MADRID / Cinquecento: Irregular, pero con momentos excelsos

Madrid. Fundación Juan March. 31-I-2020. Cinquecento. Obras de Regis, Du Fay, Obrecht, Ockeghem, Des Prez, Isaac y anónimas.
Nos empeñamos en clasificar la música por periodos, sin querer darnos cuenta en muchas ocasiones de que entre un periodo y otro hay un subperiodo, lo que hace que los compositores que pertenecen a este sean difícilmente catalogables. ¿Es Monteverdi un músico renacentista o es un músico barroco? ¿Telemann es un músico barroco o es un músico galante? Pero acaso los más complicados de encasillar son los que desarrollaron su actividad en la segunda mitad del siglo XV y primeros años del XVI. Sobre todo, Josquin des Prez, Johannes Ockeghem, Pierre de la Rue, Jacob Obrecht, Heinrich Isaac, Alexander Agricola, Antoine Brumel, Loyset Compère o, incluso, Gilles Binchois y Guillaume Dufay.
La Fundación Juan March no ha tenido duda de incluirlos en un excelente ciclo que se viene desarrollando desde el pasado mes de noviembre y que se titula “El origen medieval de la música europea”. Sin embargo, el grupo que actuó ayer en esta fundación (y que lo volverá a hacer esta noche), Cinquecento, no duda en proclamarse “Renaissance vokal”. No es más que una simple anécdota, pero que puede servir para explicar esa dificultad en la clasificación a la que me refería antes.
Fundado en Viena en 2004 y con un elogiadísimo bagaje discográfico, Cinquecento está formado por un contratenor suizo-estadounidense (Terry Wey), un tenor alemán (Achim Schulz) y otro belga (Tore Tom Denys), un barítono inglés (Tim Scott Whiteley) y un bajo austriaco (Ulfried Staber). En tiempos de globalización, no cabe mejor ejemplo de globalización que el de Cinquecento, grupo que, salvo error u omisión por mi parte, no había cantado antes en Madrid (y, probablemente, tampoco en el resto de España). Es lógico, por tanto, que hubiera una gran expectación ante esta doble cita.
Cinquecento (formación constituida exclusivamente por voces masculinas, digna heredara de aquella maravillosa Capilla Flamenca que se disolvió en 2014 tras la muerte de su director, Dirk Snellings, y a la que también pertenecía Tore Tom Denys) no defraudó, pero su actuación fue un tanto irregular. Sirva como disculpa que para estos ensembles especializados en polifonía medieval y renacentista no hay nada más incómodo que cantar en un auditorio moderno con apenas reverberación. La música sacra en aquellos siglos estaba pensada para ser cantada en iglesias (y no demasiado grandes) y la música profana estaba pensada para ser cantada en pequeñas estancias domésticas. El recinto impidió en buena medida un mejor empaste y obligó a los cinco cantantes a un sobreesfuerzo para mantener en todo momento la debida afinación, algo que si lograron fue debido a una concentración extraordinaria durante la hora y media que duró el concierto.
El grupo brilló en obras como Inviolata de Des Prez, Quis dabit capiti meo acquam de Isaac (a 4 voces, sin la de Schulz) o, por encima de todas, el Stabat Mater de Des Prez (una de las obras más bellas de la historia de la música), además del Nymphes des bois que se ofreció como bis, una deploración de Des Prez por la muerte de quien fuera su maestro, Ockeghem, al que admiró y veneró durante toda su vida. A pesar del inconveniente acústico y de los pequeños yerros que se produjeron durante la velada, poder escuchar en directo a Cinquecento resultó un lujo impagable.