MADRID / ‘Gal·la Placídia’: Partitura de un músico de genio
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 8-III-2024. Maribel Ortega, Antoni Lliteres, Simón Orfila, Carol García, Carlos Daza, Marc Sala, Carles Pachon, Mario Villoria, Ángel Rodríguez, Joaquín Córdoba. Coro titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: Christoph König. Jaume Pahissa: Gal·la Placídia.
El Teatro de la Zarzuela, que desde hace varias temporadas viene programando valiosas obras de nuestra lírica condenadas por diversas razones al olvido, vuelve a recuperar otro título ignorado durante casi un siglo, ofreciendo dos funciones en versión de concierto de Gal·la Placídia, ópera del compositor catalán, Jaume Pahissa, nacido en Barcelona (1880) y fallecido en Buenos Aires (1969). Se trata de una tragedia en tres actos con libreto en catalán del propio compositor sobre la obra homónima del poeta y dramaturgo Àngel Guimerà (1845-1924), de quien se conmemora el centenario de su fallecimiento. Debemos recordar que, en noviembre del 2020, este mismo teatro, implicado en adentrarse en la historia operística desconocida de nuestro país, nos dio a conocer Marianela, otra ópera del mismo compositor estrenada en 1923 y que se reestrenó en 1946 en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Tal como el propio Pahissa manifestó, Gal·la Placídia es su obra principal. A través de un amigo, Pahissa conoció la tragedia versificada y poemática de Àngel Guimerà, estrenada en abril de 1879 en sesión privada en el Teatro Principal de Barcelona y al cabo de pocos días presentada al público en el Teatro Novedades. El compositor encontró afín a su temperamento esta obra escénica de argumento histórico que une a una apariencia romántica los elementos principales del realismo. Es el momento en que en toda Europa los compositores post-wagnerianos se centraban casi siempre en la Edad Media y en las leyendas: situaciones grandes y violentas, de pasiones profundas y sentimientos elevados.
La presentación de Gal·la Placídia fue un auténtico impacto en la cultura catalana e insólito en su tiempo a raíz de las numerosas noticias, discusiones y reflexiones provocadas por la obra. Estrenada el 15 de enero de 1913 en el Gran Teatre del Liceu, la ópera fue escuchada con interés y aplaudida con insistencia. La enorme cantidad de críticas aparecidas evidencian el éxito que despertó. Sin embargo, alguna de ellas destacó la falta de público en las siguientes sesiones. Cantada en italiano, se ofrecieron cinco representaciones. Veinte años más tarde (1933) se volvió a representar en el mismo teatro de su estreno, durante tres funciones cantadas en lengua catalana.
Una biografía plagada de sombras es la de Gala Placidia, nacida entre el 388 y 393 en Constantinopla y fallecida en Roma en el año 450; personaje fascinante y misterioso que nos ofrece la historia, reina de los godos por su matrimonio con el rey Ataúlfo (410-415), en enero del 414, en Narbona (aunque el funcionario e historiador romano del siglo VI, Jordanes, en su Getica u Origen y hechos de los godos, concede validez legal a una ceremonia de matrimonio en el año 411 por el rito godo), y emperatriz madre del imperio de occidente por su casamiento en el 417 con el emperador Constancio III. Aelia Gala Placidia fue la hija del emperador romano Teodosio I y de su segunda esposa Flavia Gala y media hermana de los emperadores Honorio y Arcadio. Fuentes principales como la Crónica Gálica, la Crónica del historiador hispano romano Hidacio (s. V), la Historia contra los paganos del también hispano Paulo Orosio (s. V) y la Nueva historia del historiador griego, Zósimo (s. V), nos dan fe de esta figura decisiva para la historia de Roma.
En el texto de Gal·la Placídia, episodio mítico y antiguo, ya que no cierto históricamente, ambientado en la Barcelona del siglo V de la era cristiana, cuando los visigodos se asientan en Barcino (Barcelona), Pahissa encuentra el argumento y el material perfecto para poner música al libreto de Guimerà, tarea nada fácil ya que se trata de un libreto de forma anticuada, escrito en endecasílabos. La acción transcurre en el año 416 y se centra en los personajes del rey godo Ataúlfo y su esposa Gala Placidia. Vernulfo, un joven guerrero de la corte goda de Ataúlfo intenta atacar a Placidia y es condenado a muerte, pero consigue el indulto al confesar que está enamorado de esta. Ataúlfo hace confesar a Gala que corresponde al amor de Vernulfo, quien ayuda a esta a escapar a Roma matando a Ataúlfo. Sorprendido por algunos guerreros, muere al lado de Gala que ha vuelto a buscarle.
Ante todo, hemos de admirar en Pahissa su temple artístico, su fibra dramática, su lenguaje musical, sobrio, con nervio, en ciertos momentos osado, casi siempre de buen gusto y hábilmente, plásticamente expresivo que desarrolla en esta ópera. Al no tener la tradicional estructura musical ni escenas, dando a la orquesta un rol central, el musicólogo Vigor Kuric y el catedrático Emilio Casares han propuesto números musicales para mejor comprensión. Nos encontramos ante una partitura bien pensada y bien compuesta por un músico que domina la instrumentación y el contrapunto, siguiendo el modelo inspirado en las obras de Wagner, pero con su personalidad melódica, armónica y rítmica. Pahissa sigue fielmente los procedimientos wagnerianos en el primer acto sumados en los dos siguientes por alardes straussianos.
Esta obra del compositor catalán está llena de episodios hermosos y un extenso capítulo de cosas positivas. Hay en el segundo acto de la obra momentos de sublime grandiosidad y muchos detalles musicales: estridentes disonancias en los metales –quizá imitando la personalidad del autor de Elektra–, un episodio de marcha fúnebre, los dos dúos o diálogos de los protagonistas, Ataúlfo y Placídia, y Vernulfo y Placidia. Hermosa es también la escena de Placídia y Leida, modelo de sobriedad. Interesantes los “raccontos” de Sigerico y Vernulfo en el primer acto, de carácter épico. Destacamos las últimas escenas y los efectos mágicos de los corales internos del último. Todo ello bien servido por sus protagonistas. Si hemos querido señalar las bondades o virtudes de esta ópera, también conviene confesar la presencia de fragmentos poco lógicos, el entusiasmo por las grandes sonoridades y las complicaciones por el exceso de trabajo contrapuntístico.
Se hicieron patentes las exigencias al elenco vocal que tuvo un comportamiento solvente ante una partitura de difícil desempeño. Destacaron en sus papeles principales la soprano Maribel Ortega (Gal·la Placídia), el tenor Antoni Lliteres (Vernulfo), el bajo Simón Orfila (Ataúlfo), la mezzosoprano Carol García (Ledia) y Carles Pachon (Sigerico). El resto del reparto cumplió sin dificultad. La obra fue interpretada con excelente voluntad por cantantes, coros y orquesta dirigidos por el maestro alemán Christoph König. La obra, que contiene sus bellezas, fue seguida con atención por el público asistente y aplaudida con sinceridad. Una merecida reposición.
Manuel García Franco