MADRID, FIAS / Peñalosa proyectado al siglo XXI

Madrid. Basílica pontificia de San Miguel. 22-III-2023. Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS). Coro Victoria & Schola Antiqua. Obras de Francisco Peñalosa, Isaac Diego García, Miguel Álvarez-Fernández y Bruno Dozza.
Ambicioso programa el que planteó el FIAS 2023 con motivo de la (intervenida) reconstrucción de la Missa ‘El ojo’ de Francisco de Peñalosa (1470-1528) a cargo del Coro Victoria. La obra del compositor renacentista se presentó intercalada con piezas del repertorio gregoriano como era situación común cuando se ofrecían estas músicas en contextos religiosos. Y, acaso motivado por la rara hibridación que practicó el autor central del concierto de materiales profanos y litúrgicos, se presentaron, en forma de estrenos absolutos, hasta cuatro piezas de nueva creación, una de ellas pergeñada entre los tres compositores invitados a esta proyección de Peñalosa al siglo XXI.
Si el encargo fue este, como pareció desprenderse de las palabras introductorias del director de Schola Antiqua, Juan Carlos Asensio, es decir, resonar desde lenguajes contemporáneos el efecto polifónico de la obra renacentista, entonces el hecho se logró plenamente dando una cohesión y continuidad al programa plenamente convincente. Distinta disquisición sería haber pensado la escucha de las nuevas obras desde la asunción de la ruptura o la interpolación con la Missa, lo que a buen seguro habría devenido en una libertad creativa mayor por parte de los compositores.
Por vocación, práctica directa y oficio, Isaac Diego García (1978) es uno de los compositores españoles que mejor –y con más dedicación- escribe para coro. Lo demostró hace no demasiado en Sevilla con el estreno de In Nocte (2022) a cargo de proyectoeLe, agrupación de la que él mismo es integrante. Y volvió a hacerlo ayer con la primera audición de i-son (2023), en donde continúa ahondando en cascadas armónicas deudoras de Ligeti pero con una asunción de ciertos riesgos discursivos que le llevan a generar estratos claramente identificables como propios. Su capacidad de cincelar contornos dramáticamente muy efectivos quedó plenamente probado en esta i-son que justificó su inserto aquí a partir de la prolongación sónica del Kyrie eleison.
Et Incarnatus est – Crucifixus fue la aportación de Miguel Álvarez-Fernández (1979), la más audaz en cuanto a su masiva intervención vírica sobre la partitura de Peñalosa; el compositor madrileño no genera tanto una gramática nueva para las voces como amplifica la Missa desde la electrónica y la resonancia. En un juego, por otra parte plenamente renacentista, la difusión por altavoces, en la parte opuesta al presbiterio, supuso la presencia de un hálito fantasmal que conseguía la mejor baza en los fragmentos en los que las voces se difuminaban en forma de eco indistinguible. Por su parte, Bruno Dozza (1965) se mostró más escolástico en su Agnus, y si Álvarez-Fernández pareció invocar a Gabrieli, en la más autónoma partitura del italiano espejearon ciertas tiranteces polifónicas que levísimamente recordaron a Luigi Nono; también su escritura vocal fue más compleja, especialmente para la tesitura de las sopranos del Coro Victoria, quienes solventaron un difícil programa con notable éxito. Menos interesante en cambio la creación a tres Elevatio, resumen hasta cierto punto predecible de los hallazgos de cada una de las aportaciones.
La Missa ‘El Ojo’ fue resuelta con un balance adecuado por parte del citado Coro gracias desde luego también a la dirección de Ana Fernández-Vega, gozando de una excelente sección de bajos y trabajando la expresividad y el estilo con una pulcritud que tanto más llamó la atención en tanto que la formación tuvo que estar saliendo y volviendo a ella, excursionando al siglo XXI y regresando a la cremosidad textural renacentista como si tal cosa. Schola Antiqua redondeó el programa y la sofisticación del mismo con varias muestras de canto llano en las que dieron prueba de un trabajo de años meticuloso que da lugar a unísonos de gran potencia expresiva; el cierre (Semel iuravi) procesionando por el templo hasta un cuidado apagamiento de las voces clausuró este armazón de piezas de satisfactorios resultados.
Ismael G. Cabral