MADRID, FIAS / Lección de música del Pergamo Ensemble y Elizabeth Hetherington
Madrid. Basílica pontificia de San Miguel. 20-III-2023. Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS). Elizabeth Hetherington, soprano. Pérgamo Ensemble. Obras de Telemann y Zelenka.
Hay conciertos en que nada más empezar uno ya intuye que todo va a ir como la seda, que le queda por delante una hora o más de deleite y que se puede abandonar al placer de la escucha. No me pregunten por qué pasa esto, pero es una sensación casi inmediata: en cuanto los músicos tocan los primeros compases el oído y la vista perciben que nos encontramos ante intérpretes de enorme calidad y fiabilidad. Supongo que es algo que ocurre cuando hay detrás un trabajo serio y concienzudo por parte de los músicos y que simplemente todo ello aflora en el momento del concierto. Y esto es lo que seguramente muchos experimentamos ayer en el concierto que el Pérgamo Ensemble ofreció en el marco del FIAS junto a la soprano Elizabeth Hetherington. Kinga Ujszászi (violín), Daniel Ramírez (oboe), Guillermo Turina (violonchelo) y Eva del Campo (órgano) forman un grupo de una solidez extraordinaria; entre ellos se aprecia una gran compenetración, una enorme complicidad y una misma manera de entender la música.
El programa del concierto, consagrado a Georg Philipp Telemann y Jan Dismas Zelenka, incluía obras instrumentales y vocales de ambos compositores. Telemann y Zelenka son dos compositores que gozaron en vida de suerte muy dispar. Mientras el primero gozó de prestigio y reconocimiento (en 1721, tras pasar por diversas cortes alemanas, fue nombrado director musices de la próspera ciudad de Hamburgo, lo que suponía controlar la producción musical de uno de los centros más activos del ámbito germano), Zelenka tuvo que conformarse con una posición secundaria en la corte de Dresde, negándosele de forma reiterada la posición de kapellmeister a pesar de merecerla sobradamente por talento y por los servicios prestados durante años, muriendo en la pobreza.
De Telemann se interpretó la sonata en trío nº3 TWV 42:g5, perteneciente a una de sus numerosas colecciones de música de cámara, los Essercizii Musici publicados hacia 1739; y la cantata para soprano ”Zeug, ohn Verzug, in deinen Nöten”, compuesta a principios de esa misma década de 1730. Ambas obras, al igual que las restantes del concierto, se ajustan escrupulosamente al orgánico del Pérgamo Ensemble (violín, oboe, violonchelo y órgano ) y son plenamente representativas del estilo de su autor. Telemann es un compositor que raramente es genial pero “raramente” dentro de una producción tan ingente como la suya (quizás sea el compositor más prolífico de la historia) quiere decir que en su catálogo hay decenas de obras maestras. En las que no lo son, como estas piezas del concierto, siempre hay una escritura que denota un enorme oficio (entiéndase esta palabra en el mejor sentido, sin ánimo peyorativo), con destellos que nos hablan de un compositor que, si hubiera tenido la oportunidad de componer a un ritmo más sosegado, podría habernos dejado más obras inolvidables.
De Zelenka, por su parte, el Pérgamo Ensemble interpretó la sonata nº3, única de sus seis sonatas en trío que no está compuesta para dos oboes y fagot. Obra de escritura intrincada, como otras de su autor, con un contrapunto que no da respiro a los músicos, exigiéndoles una concentración y tensión máximas, reto al que el Pérgamo Ensemble respondió ejemplarmente. En cuanto al Salve Regina ZWV 204, es una versión temprana de su más conocido Salve Regina ZWV 135, también para soprano pero con unos efectivos mayores (2 violines, 2 oboes, flauta, viola y continuo). Música delicada pero con cierta densidad en la escritura (Zelenka podía ser cualquier cosa menos sencillo) que merecería, como tantas otras obras religiosas de su autor, mayor presencia en los conciertos.
La soprano canadiense Elizabeth Hetherington, afincada en Holanda, hacía en este concierto su primera aparición en España. Y tras lo escuchado sólo cabe decir que esperamos que después de esta vengan muchas más porque su bonita voz se ve acompañada de una gran sensibilidad, una técnica muy sólida y un gusto exquisito. Una cantante a seguir.
Tras los largos y entusiastas aplausos del público, Guillermo Turina dio rienda suelta a su vis cómica de raíz claramente lutheriana, que no luterana -perdónenme el chusco juego de palabras pero a estas alturas de festival esto es lo que hay–, para anunciar que, fuera de programa, interpretarían el aria ”Mein glaübiges Herze” de la cantata 68 de ese “gran creador de música ligera” (palabras de Turina) llamado J.S. Bach. Y, efectivamente, no podemos sino darle la razón: esta aria, con su deliciosa linea de canto, el irresistible ostinato a ritmo de danza del violonchelo (en realidad violonchelo piccolo pero tampoco nos vamos a poner exquisitos) y un exultante final en forma de sonata en trío con la irrupción del violín y el oboe, le despierta la sonrisa hasta al más serio y circunspecto. ¿Quién ha dicho que Bach no puede ser divertido?
Imanol Temprano Lecuona
Foto: Damien Caille Perret