MADRID, FIAS / La Ritirata ofrece un Bach de muchos quilates

Madrid. Capilla del Palacio Real. 19-III-2023. Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS). Lucía Martín-Cartón, soprano; Ferrán Albrich, barítono. La Ritirata. Josetxu Obregón, violonchelo y dirección. Obras de J.S. Bach.
Cada vez que veo a grupos o músicos españoles interpretar a Bach me transmiten las mismas sensaciones: pasión, alegría y gratitud por tener la ocasión de tocar esa música. Por ello, no podemos dejar de lamentar que no lo hagan con más frecuencia. Afortunadamente, el FIAS palía en parte esta situación y, sin ir más lejos, en la actual edición hemos contado con gloriosos precedentes.
La Ritirata, el ya veterano grupo que dirige Josetxu Obregón, aportó en la tarde del domingo otro hito bachiano en el histórico de conciertos del Festival con una interpretación sensacional de dos de sus más de doscientas cantatas religiosas (conservadas), las que llevan por número 49 y 152, y del concierto de Brandemburgo n. 2.
El concierto empezó por éste último, a tumba abierta, pues la interpretación de esta obra es siempre complicada. La parte de trompeta (la más comprometida) corrió a cargo de Gabrielle Cassone, una leyenda viva de la trompeta barroca, que no decepcionó. Estuvo certero, controlando el sonido, el tempo y la afinación, bastante mejor que hace dos años con esta misma pieza en el Auditorio Nacional junto a Café Zimmermann, cuando estuvo excesivamente acelerado. Le secundaron perfectamente los otros solistas -Tamar Lalo (flauta de pico), Josep María Domenech (oboe) y Adrián Linares (violín)- , que bordaron el movimiento central, en el que estos instrumentos se quedan solos y dialogan en la intimidad, ofreciendo una lectura llena de lirismo.
La cantata 152, Tritt auf die Glaubensbahn (Corre por la senda de la fe), pertenece al periodo de Weimar (1708-17), concretamente fue compuesta para el último domingo del año 1714. Está escrita para las voces de soprano y bajo y tiene un carácter camerístico, sin la participación de violines. Los instrumentos solistas son flauta de pico, oboe, viola da gamba, viola d’amore y continuo. Tras la sinfonía, con una insólita fuga, el bajo entra directamente con un aria en la que le acompaña el oboe (magistral Josep María Domenech). El joven barítono Ferrán Albrich demostró desde el principio del concierto que es un cantante de gran versatilidad. Si hace unos días se adecuaba perfectamente al estilo italiano en el papel de Tempo en el oratorio de Alessandro Scarlatti La Santissima Trinitá, anoche demostró que el repertorio alemán le va como anillo al dedo: buena dicción, interpretación atenta al texto, destacando las palabras en torno a las que Bach edifica el discurso de la cantata, control de la respiración para no naufragar en las interminables frases y melismas bachianos… Hay que decir que Albrich fue llamado en ambos conciertos a última hora, por indisposición del cantante programado, por lo que a sus virtudes hay que sumar una capacidad de trabajo y adaptación notables.
Tras el recitativo para bajo, con algún salto descendente considerable, la soprano irrumpe también con una bella aria acompañada en este caso por la flauta, viola d’amore (un sólido Daniel Lorenzo) y continuo. Lucía Martín-Cartón es una de esas sopranos que han aparecido en los últimos años que hacen que los amantes de la música antigua no podamos sino felicitarnos. Aunque de momento se ha prodigado más en el barroco francés, español e italiano, ayer demostró que también puede abordar el repertorio bachiano perfectamente. En el dúo final, a ritmo de danza de claras reminiscencias francesas, su bella voz se entrelazó perfectamente con la de Albrich y el oboe de Domenech para cerrar una gran interpretación de esta cantata raramente programada.
Más conocida es la cantata 49 ”Ich geh und suche mit Verlangen”(Voy buscándote ansioso), compuesta en 1726 durante sus años de galeras en Leipzig para el vigésimo domingo después de la Trinidad. También está compuesta para soprano y bajo y, como en la cantata 152, no se requiere coro (por si no han reparado todavía, el programa estaba plenamente pensado para ofrecer al mejor Bach sin necesidad de grandes efectivos) y tiene como particularidad la presencia de instrumentos poco frecuentes como el oboe d’amore y el violonchelo piccolo, además de asignar un papel concertante al órgano. Se trata de una las cantatas más sensuales de Bach, en la que las voces encarnan los papeles de alma (soprano) y Jesús (bajo) en búsqueda de una unión que tiene en el texto paralelismos con la de una celebración nupcial. La obra empieza con una larga sinfonía que es una adaptación del tercer movimiento de un concierto para clave (BWV 1053), asignando el papel solista al órgano. El prolífico Daniel Oyarzábal, un auténtico seguro de vida como continuísta, tuvo ocasión de demostrar que también puede desempeñar cometidos con más protagonismo luciéndose en este movimiento inicial. Como en la cantata anterior, la primera aria corresponde al bajo con un acompañamiento a cargo del órgano (más trabajo para Oyarzábal) y el continuo (estupenda Amarilis Dueñas, haciendo gala de su acreditada categoría y personalidad). Los números siguientes son una sucesión de gemas, en las que vemos al mejor Bach. Comenzando por el duetto amoroso en forma de recitativo “Mein Mahl ist zubereit”, pasando por la bellísima aria para soprano “Ich bin herrlich, ich bin schön” (radiante Lucía Martín-Cartón) con acompañamiento de oboe d’amore y violonchelo piccolo (impecables Domenech y Josetxu Obregón) hasta ese número final, uno de los más deliciosos de la producción del cantor de Leipzig, en el que sobre el aria del bajo la soprano despliega un coral sobre el tutti orquestal (curiosamente homofónico, tratándose de Bach). De todo esto La Ritirata, Lucía Martín-Cartón (subida al púlpito en el coral final) y Ferrán Albrich dieron una lectura chispeante para terminar un soberbio concierto, uno más, que están haciendo de esta edición del FIAS quizás la mejor hasta la fecha.
Imanol Temprano Lecuona