MADRID / Faust, Queyras y Melnikov: ecos forzados del año Beethoven

Madrid. Auditorio Nacional (Sala de Cámara). 9-IV-2021. Liceo de Cámara XXI-CNDM. Isabelle Faust, violín. Jean-Guihen Queyras, violonchelo. Alexander Melnikov, piano. Beethoven: Trío para violín, violonchelo y piano nº 6 en Mi bemol mayor op. 70 nº 2. Diez variaciones para violín, violonchelo y piano sobre “Ich bin der Schneider Kakadu” en Sol mayor op. 121a. Trío para violín, violonchelo y piano nº 7 en Si bemol mayor “Archiduque” op. 97.
Debido a las restricciones de movilidad a causa de la pandemia, el concierto del Noneto de Isabelle Faust programado originalmente en el Liceo de Cámara XXI del CNDM, tuvo que ser sustituido por una versión reducida, para trío, igualmente con la presencia de la violinista alemana. No pudimos escuchar los infrecuentes Septeto op. 20 (“Septimino”) de Beethoven y Serenata nº1 op. 11 de Brahms, que espero se recuperen cuando regrese la normalidad. A cambio asistimos a una prolongación del extraño año Beethoven, marcado por los confinamientos y el cese casi total de la actividad musical.
Isabelle Faust, Jean-Guihen Queyras y Alexander Melnikov no forman un trío estable, pero son colaboradores habituales. Para su sello discográfico, Harmonia Mundi, grabaron hace diez años los dos últimos tríos para violín, violonchelo y piano de Beethoven, que junto a las Variaciones “Ich bin der Schneider Kakadu” en Sol mayor op. 121, constituyeron el programa de este concierto, programa que interpretaron en varios conciertos durante los dos primeros meses de 2020. En la mencionada grabación Melnikov tocaba un fortepiano Graff de 1828, lo que favorecía el equilibrio de los tres instrumentos. En consonancia, Faust y Queyras adoptaban modos ‘historicistas’, con un uso ocasional del vibrato. Estas premisas interpretativas se mantienen cuando, como es este caso, Melnikov toca un Steinway Grand.
En el frío primer movimiento del Trío en Mi bemol mayor op. 70 nº 2 que abrió el concierto se apreció cierta incomodidad en los intérpretes. Tras comprobar la afinación de los instrumentos de cuerda, ya a partir del Allegretto, intenso y asertivo, las cosas funcionaron mucho mejor. Destacó sobre todo el Allegretto ma non troppo, intimista, de delicadas sonoridades, resaltando el diseño rítmico. En las deliciosas Variaciones “Ich bin der Schneider Kakadu”, a juicio de este firmante lo mejor de la velada, Faust, Queyras y Melnikov mostraron su gran compenetración, con una interpretación fresca, imaginativa en la puesta en sonido, chispeante (golpes de humor haydniano en la sexta variación), coronada por una brillante Coda. En el lado negativo, el sonido apagado, sin brillo y áspero del violín de Faust en la segunda variación.
Melnikov es un pianista sólido, seguro, camerista experimentado, pero de escasa personalidad e imaginación. Esto se notó en la poco evocadora introducción del Allegro moderato inicial de esa cumbre de la música de cámara que es el Trío en Si bemol mayor “Archiduque”. O en la prosaica introducción del bellísimo Andante cantabile ma però con moto, en la que aplicó idéntico peso a cada nota. Tampoco estuvo inspirada Isabelle Faust, gran violinista, aquí empequeñecida, de sonido agresivo, fraseo alicorto y expresión muy contenida. Sólo Queyras, cuando alargaba el brazo, prodigaba frases con amplitud y hondura, destellos de su gran clase. Fue una buena interpretación porque los tres son excelentes músicos, pero no llegó a las cotas de sublimidad al alcance de este trío.
Miguel Ángel González Barrio
(Foto: Elvira Megías)