MADRID / Fantasmagorías sonoras y visuales en la Fundación Juan March

Fundación Juan March. Madrid. 21-4-2023. Clare Hammond, piano, Timothy y Stephen Quay, animación visual. Fragmentos de Janácek, Mozart, Schubert, Jacquet de la Guerre, Stravinsky, Wagner y Schumann y Piano Book de John Woolrich.
Dentro de ciclo Música visual que está presentando la Fundación Juan March con propuestas muy variadas, le llegó el turno al cine de animación con una realización de los hermanos Timothy y Stephen Quay, norteamericanos que trabajan en Gran Bretaña, muy conocidos en el cine de animación actual. El profesor Ricard Carbonell i Saurí, cineasta y músico, realizó previamente una excelente presentación del mundo moderno de la animación y del trabajo de los Quay sin olvidar arrancar de las raíces de una temática tan antigua como el cine mismo. Luego se desarrolló el espectáculo.
Lo ofrecido fue un recital de piano sin interrupción de Clare Hammond, que demostró ser una pianista de gran calidad, capaz de defender estilos y músicas muy diferentes con solidez técnica y flexibilidad interpretativa. Hammond interpretó una serie de fragmentos breves en los que desfilaban obras poco conocidas, a menudo incompletas o esbozadas, de Janácek y Mozart principalmente, con añadidos de Schubert y páginas interesantes y de infrecuente audición como la Elegía de Elizabeth Claude Jacquet de la Guerre o el arreglo para piano del coral de la Sinfonía para instrumentos de viento a la memoria de Debussy de Stravinsky. Todo ello confrontado continuamente a piezas del Pianobook del compositor británico John Woolrich (1954), que más o menos constituían el cincuenta por ciento de la música ejecutada.
Woolrich es un autor muy profesional pero no tiene demasiado relieve ni una arrolladora personalidad. Sus piezas, así como los demás fragmentos, recibieron un tratamiento visual bastante variado por parte de los Quay, con acercamientos estéticos muy diferentes, aunque todos se insertasen en el campo de la animación cinematográfica: un mundo de alusiones, ora fantasmagóricas, ora sugerentes; formas bellas en ocasiones, pero incluso en algún momento relativamente repugnantes.
El espectáculo tiene buenas condiciones, pero creo que le falta algo de estructuración para que adquiera un cierto relato y no acabe con la sensación de que podía haber terminado media hora antes o varias después. Es interesante ver lo que hacen los Quay, y no menos interesante disfrutar del trabajo impecable de Clare Hammond, pero uno sale con la impresión fantasmagórica de que había algo que debería haber estado allí pero no estaba.
Tomás Marco