MADRID / El txistu asalta la vanguardia

Madrid. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 22-IV-2022. Aitor Amilibia, txistu y tamboril. Josean Hontoria, acordeón. Gorka Sáez de Ibarra, percusión. Obras de De Pablo, Extremiana, Campos, Villasol, Ibarrondo, Sánchez-Verdú.
El que un instrumento popular se convierta en un instrumento de concierto capaz de integrase en la música de cámara no depende de que se interese por él algún compositor que escriba en el terreno sinfónico, sino de que, contando con intérpretes de verdadero fuste, escriban para él compositores de primera categoría y en las técnicas y estéticas más actuales. Eso le pasó al saxofón hace ya bastante y le ha pasado, desde Gubaidulina y otros, al acordeón. Parece que le llega el turno ahora a algo no hace mucho impensable como es el txistu.
Silboberri es una agrupación musical vasca que ha tentado a grandes compositores a escribir para el instrumento y que acaba de presentar el resultado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un insólito trío de cámara formado por Aitor Amilibia (que toca txistu y tamboril), el acordeonista Josean Hontoria y el percusionista Gorka Sáez de Ibarra, todos ellos excelentes músicos e instrumentistas que dieron relieve interpretativo a una sesión nada corriente.
Nada menos que Luis de Pablo (1930-2022) abría el programa con un breve, pero interesante Divertimento escrito en 2015. De Pablo, que era bilbaíno y ya había dedicado a la txalaparta su importante obra Zurezko Olerkia, trata al txistu como a un instrumento capaz de manifestarse a solo con la enjundia de cualquier otro. Hilario Extremiana (1958), que fue alumno, entre otros, de Bernaola y de Donatoni, logra en Honai un interesante dúo para txistu y acordeón. La obra es de 2000 y precede a otras del autor que ha escrito varias para el instrumento popular vasco. La aragonesa Yolanda Campos (1973) utiliza el trío en Lich, una obra de 2018 en la que no abandona su lenguaje, derivado del espectralismo y de una búsqueda microtonal que aquí también ejerce logrando una composición coherente y tímbricamente interesante. Por su parte Carlos Villasol (1961) en Cuatro glosas sobre un canto de pájaro de 2008 une el txistu con la marimba y logra una obra realmente basada en cantos ornitológicos con rica variedad estructural.
Félix Ibarrondo (1943), uno de los mejores compositores vascos de su generación, realizaba un estreno absoluto, en este caso era para acordeón solo. Coup d’Éclair es una muestra de su manejo de las técnicas últimas, preferentemente francesas, y de su capacidad para unir lo más refinado del timbre con un temperamento arrollador cuando usa la plenitud sonora, lo que al final hace que el sonido se diluya poéticamente en el silencio.
El concierto terminaba con una obra para trío en estreno absoluto de José María Sánchez-Verdú (1968), Zuria III, en la que el material de que dispone le sirve de modelo experimental para esa búsqueda última que casi todas las obras del autor persiguen con un uso del instrumento extendido, incluso en este caso introduciendo un txistu bajo y conjuntando todo con la txalaparta. Sánchez-Verdú es fiel a sí mismo y a la expectación que despierta, y esta no es una obra de compromiso sino un empujón importante para colocar al txistu, junto al acordeón y la percusión, en el mismo epicentro de la vanguardia. Obra de calidad, como el resto del programa, muy bien interpretada por este excelente trío que le hace un importante favor a la campaña emprendida por Silboberri en torno a los instrumentos vascos.
Tomás Marco
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