MADRID / El trompeta siempre ataca dos veces
Madrid. Auditorio Nacional (Sala sinfónica). 15-XII-2022. La Filarmónica. Bach: Oratorio de Navidad (cantatas I, III y VI). Isabel Schicketanz, Marie Henriette Reinhold, Patrick Grahl y Thomas Laske. Windsbacher Knabenchor. Orquesta Barroca de Sevilla. Director: Ludwig Böhme.
Entre los cientos de conciertos que el Centro Nacional de Difusión Musical ha organizado en el Auditorio Nacional de Música hay uno que ha quedado marcado con tinta indeleble. Tuvo lugar el 9 de octubre de 2016. Tocaba la Amsterdam Baroque Orchestra los Conciertos de Brandemburgo de Johann Sebastian Bach y, al llegar el turno del Segundo, el trompetista inglés David Hendry empezó a soplar… sin llegar a acertar más que tres o cuatro notas. Aquello parecía una broma de mal gusto. Era imposible encadenar tantos errores. Pero en esa última apreciación estábamos equivocados, porque Hendry volvió ayer a la escena del crimen y consiguió hacerlo aún peor que hace seis años.
En el programa figuraban las cantatas I, III y VI del Oratorio de Navidad de Bach. En las dos primeras, Hendry estuvo correcto. Incluso diría que brillante en la peliaguda aria para bajo Grosser Herr, o starker König. Pero llegó la pausa y, tras ella, la cantata VI. Los despropósitos comenzaron ya en el coro inicial, Herr, wenn die stolzen Feinde schnauben. Parece como si el primer fallo hubiera activado un bucle catastrófico del que Hendry fue ya incapaz de salir. Sus dos compañeros de fatigas (Ricard Casañ y César Navarro), espléndidos toda la noche, intentaron cubrirle las espaldas como buenamente pudieron, pero no hubo manera de tapar tanto despropósito. Sin embargo, no fue nada en comparación con el coral final (Nun seid ihr wohl gerochen), en el que Hendry no fue capaz de dar ni una sola nota a derechas.
Por lo que me cuentan, en Barcelona, el pasado martes (día 13), la cosa fue todavía peor. El hecho de que Hendry hubiera llegado a última hora para suplir al trompetista principal anunciado, víctima de la covid, no justifica este mayúsculo dislate, del que solo es responsable el propio intérprete. Un mal día lo puede tener cualquiera, por supuesto, pero… ¡coño, también es mala suerte que me hayan tocado a mí dos malos días de este buen señor! Quizá hace cuarenta años lo hubiera juzgado con oídos más benevolentes, pero dado el nivel actual de la interpretación de la música antigua lo Hendry aquí no tiene ni medio pase.
En fin, vayamos al resto del concierto, que no es cuestión de ensañarnos con el hombre de la trompeta. El principal reclamo era el Windsbacher Knabenchor, considerado como uno de los mejores coros infantiles del mundo (la Sala sinfónica del Auditorio Nacional estaba llena a reventar). Aunque más que coro infantil, habría que decir juvenil, porque entre sus 70 miembros hay algunos ya talluditos (la edad máxima para pertenecer al coro son 19 años). No defraudó. Cantaron con una afinación prodigiosa, sintiendo en lo más hondo todas y cada una de las palabras y de las notas. Un auténtico prodigio, a pesar de que un coro tan nutrido sea lo menos historicista que puede haber tratándose de Bach.
Entre los cuatro solistas, hubo de todo. Extraordinaria la mezzosoprano Marie Henriette Reinhold en las partes para alto (por estilo, potencia y buen gusto) y magnífico el tenor Patrick Grahl tanto en el aria Nun mögt ihr stolzen Feinde schrecken como en los recitativos del Evangelista. Aceptable la soprano Isabel Schicketanz y aprobado raspado para el bajo Thomas Laske, de voz más bien pequeña y no demasiado agraciada (tan pequeña que quedó casi siempre tapada en sus intervenciones por la orquesta y, en el aria de la primera cantata, por la trompeta).
La Orquesta Barroca de Sevilla (con una disposición en las cuerdas de 4/4/3/2) se vio refrenada por la anodina dirección de Ludwig Böhme, quien optó por unos tempi morosos, acaso elegidos para facilitar la tarea del coro. Por momentos fue como retroceder varios decenios en el túnel del tiempo, pues esos tempi son más propios de Karl Richter que de nuestros días. Una lástima, porque la conducción de Böhme impidió que la Barroca de Sevilla sonara con todo el esplendor al que nos ha acostumbrado.
La gira continúa ahora por Alemania (Fráncfort, Núremberg y Ansbach). Esperemos que ya con otro trompetista.
Eduardo Torrico