MADRID / El triunfo de la ilusión

Beethoven, Ludwig van: Sinfonía nº9 en re menor op. 125, “Coral”. Milagros Poblador (soprano), Celia Alcedo (mezzosoprano), Julián López (tenor), Rajiv Cerezo (bajo-barítono). Orquesta y Coro Juvenil Europeo de Madrid. Directora: Adriana Tanus. Auditorio Nacional de Música de Madrid. Viernes, 3 de mayo de 2019.
Miguel Ángel González Barrio
Que la Orquesta y Coro Juvenil Europeo de Madrid, una orquesta y un coro amateur constituidos mayoritariamente por jóvenes de edades y capacidades diversas se atreva a enfrentarse nada menos que con la Novena de Beethoven tiene mucho de osadía, pero también es una muestra de coraje. En vez de poner en atriles obras más adecuadas a su modesto nivel técnico (hablo del conjunto, porque hay magníficas individualidades, sobre todo en las maderas), cosa que han hecho en anteriores conciertos con excelentes resultados, esta vez, espoleados por su infatigable y entusiasta directora, Adriana Tanus (¡qué no haría esta mujer con una orquesta profesional en sus manos!), decidieron afrontar juntos un gran reto, que les debió producir vértigo, pero que sin duda les ayudará a crecer como conjunto y como músicos. Y el resultado les animará a seguir por esta senda.
No fue una interpretación cómoda. Los jóvenes músicos tuvieron que darlo todo… y más. Hubo, cómo no, momentos delicados, de zozobra, pero la joven orquesta, galvanizada por su directora, lograba sobreponerse y recuperar la compostura. Lo importante es que el fraseo, las progresiones dinámicas, la energía, estaban ahí. El espíritu de Beethoven estaba presente, alentaba la interpretación. Hubo momentos de gran calidad, que me hicieron olvidar que era una orquesta amateur: el furioso clímax del Allegro ma non troppo, la transición al da capo del Molto vivace y los últimos minutos de este movimiento, de una fuerza y convicción impresionantes: se estaban midiendo con un gigante y estaban pudiendo con él. El Adagio molto e cantabile puso a la orquesta al límite. El tempo, bastante animado, especialmente en el segundo tema (todo el movimiento duró catorce minutos) fue una prueba de fuego para cuerda y trompas. Con todo, hubo pasajes fraseados con delectación y abandono. Superado el trance, todo quedó listo para la catarsis colectiva que sobrevino en el último movimiento.
Como si la orquesta se tomase al pie de la letra el “Nicht diese Töne”, se obró una sorprendente transformación, y tocaron con una soltura, confianza y desenfado pasmosos. Los solistas que apoyaron y se sumaron al proyecto, Milagros Poblador, Celia Alcedo, Julián López y Rajiv Cerezo, tuvieron una actuación lucida. La entrada del coro fue verdaderamente mágica. Todo el movimiento coral estuvo impregnado de majestuosidad y atmósfera de celebración. Así lo entendió el público entusiasta que llenaba la sala, que premió el inmenso esfuerzo de Orquesta y Coro Juvenil Europeo de Madrid con una estruendosa ovación. Fue el triunfo de un proyecto ilusionante, del coraje de un grupo de jóvenes que se crece ante retos que parecen imposibles. Finalizada la interpretación, la directora, Adriana Tanus, pidió al público que se uniera a orquesta y coro para cantar juntos unos versos de la Oda a la alegría (“Seid umslungen,millionen! Diesen Kub der ganzen Welt!…”). El público, lejos de arredrarse, tras un breve, improvisado y divertido ensayo participó con desparpajo en la fiesta. Fue una hermosa manera de celebrar anticipadamente el Día de Europa.