MADRID / El oratorio ‘La Pasión’, de Valentín de Zubiaurre, 150 años después

Madrid. Capilla del Palacio Real. Conciertos de Patrimonio Nacional. 25-III-2023. Valentín María de Zubiaurre: La Pasión. Solistas, Sociedad Coral de Bilbao. Director: Enrique Azurza.
Tomás Marco
Valentín María de Zubiaurre (1837-1914) fue un ilustre músico vasco que trabajó cuarenta años como vicedirector y luego director de la Capilla del Real Palacio de Madrid. También fue el primer becario músico de la entonces (1873) recién inaugurada Academia de España en Roma, y para cumplir con ese compromiso compuso su oratorio La Pasión, que no es una pasión como las de corte barroco, sino un oratorio decimonónico al uso, aunque escrito en latín. La obra está compuesta para cuatro solistas vocales, coro y piano, aunque el autor también realizó una versión con órgano y después la orquestó. Sin embargo, ninguna de ellas llegó a estrenarse, y lo ha hecho 150 años después (149 para ser exactos) gracias a las conmemoraciones del ciento cincuenta aniversario de la Academia de Roma, que Patrimonio Nacional ha tenido el acierto de ofrecer también en Madrid.
Nos encontramos ante una de las obras religiosas más importantes del último cuarto del siglo XIX español, una obra que realmente merece la pena. Se abre con un interesante Preludio que no oculta un cierto aire meyerbeeriano de Grand Opéra pero que tiene personalidad y probablemente sea todavía más interesante en esa versión orquestal que desconozco. Fue muy bien interpretado al piano, como toda la obra, por Alberto Sáez Puente. Tras él, se suceden ocho números de diferente elenco y duración, aunque todos de interés.
Habría numerosas cosas para destacar. Así el magnífico número cuatro, Et asumpto Petro, que es una amplia y exigente escena -más que aria- para soprano, de tintes verdianos, aunque muy personal, que fue magníficamente cantada por Ana Otxoa, eficaz y lucida profesional de bella voz y estilo adecuado. El número más impresionante es el quinto At illi tenentes Jesum, en el que todos alternan y se entrelazan en un sonoro canto emotivo y grandioso. A lo largo de la obra cantaron Beñat Egiarte, un tenor lírico de bella voz que lució especialmente en el primer número, In illo tempore dixit Jesu; el barítono Julen Garcia y el bajo Juan Laborería, todos muy acertados.
A la obra se le pueden buscar antecedentes, además de los citados, como Rossini o Mercadante, pero también Gounod y hasta Mendelssohn, pero eso solo indica que Zubiaurre conocía muy bien las diversas escuelas europeas, realizando a partir de ellas una música que era muy suya, además de hermosa y de calidad.
Especial mención merece el coro. La Sociedad Coral de Bilbao se encuentra en un verdadero estado de gracia. Empastados, sonoros, delicados, potentes, dúctiles en cada momento, cuajaron una grandísima actuación. A día de hoy, se trata de un coro, como mínimo, tan bueno como el mejor que haya cerca o lejos de él en nuestro país. Y gran parte del mérito incumbe a su director, Enrique Azurza, una de las figuras de más peso en la dirección coral de la península, quien ha montado la obra de forma extraordinaria, dejando bien sentada su enorme calidad.
El éxito de todos fue realmente entusiástico y sirvió para reivindicar a Zubiaurre. Una vez escuchada la obra, hay que preguntarse ¿Era justo esperar tanto al estreno? Rotundamente no. ¿Es una obra que enriquece y resalta el patrimonio sonoro español? Rotundamente sí.
Tomás Marco