MADRID / Dowland y Byrd refulgen en manos de la Accademia del Piacere

Madrid. Basílica Pontificia de San Miguel. 4-III-2022. Alena Dantcheva, soprano. Accademia del Piacere. Vila da gamba tenor y director: Fahmi Alqhai. Obras de Dowland y Byrd.
La XXXII edición del Festival de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS) comenzó con un fascinante concierto de la Accademia del Piacere, en el que se pudieron escuchar obras instrumentales (para consort de violas) y vocales de los dos compositores ingleses más notables de la última mitad del siglo XVI y de la primera mitad del siglo XVII: John Dowland y William Byrd.
En estos tiempos bélicos que vive, de nuevo, Europa, con la invasión de la Rusia del déspota Putin a Ucrania, no debemos pasar por alto un detalle: Dowland y Byrd sufrieron también en sus carnes los rigores de la guerra y la persecución por sus creencias (en este caso, religiosas). Los dos fueron fervientes católicos en una Inglaterra convulsionada tras su conversión al protestantismo. Dowland tuvo que exiliarse durante ocho años en Dinamarca, en la corte del rey Christian IV, y Byrd se vio envuelto en el complot de Throckmorton (un grupo de católicos había intentado asesinar a Isabel I para sustituirla por María Estuardo), por lo cual se le prohibió durante algún tiempo ser miembro de Chapel Royal.
El programa presentado por Fahmi Alqhai se cimenta sobre las Lachrimae, o Seaven Teares (año 1604) de Dowland, obra estructurada en “siete pavanas y laudes” para un consort de cinco violas y laúdes, basadas en una canción del propio Dowland, Flow me tears. Entremedias, la formación sevillana incluye piezas vocales de Byrd (Fair Britain Isle, Ye Sacred Muses, Out of the Orient Crystal Skies, In Angel’s Weed, I Thought That Love…) e instrumentales de Dowland (The King of Denmark’s Galliard, Captaine Piper his Galliard, M. Nicho Gryffith his Galliard, M. Giles Hoby his Galliard…). Como remate, suena la conmovedora canción dowlandiana Now, o Now, I Needs Must Part, una de las piezas profanas más bellas de la música renacentista (o del primer Barroco, según se quiera ver).
Junto a Fahmi Alqhai (viola tenor), integraban el consort Johanna Rose (viola tenor), Christoph Urbanetz y Teodoro Baù (ambos, viola bajo) y Rami Alqhai (violone). Enrike Solinís (archilaúd) volvía a tocar, después de varios años, con la Accademia del Piacere de manera excepcional (hace tiempo que el músico vasco decidió que únicamente actuaría en solitario o con su grupo, el Euskal Barrokensemble) y el icónico percusionista Pedro Estevan. Junto a ellos, la soprano búlgara (afincada en España) Alena Dantcheva, que volvió a deslumbrar a todos con su inconfundible e inigualable voz, plena de los más hermosos y brillantes agudos que uno pueda imaginar.
En la Basílica Pontificia de San Miguel se han venido produciendo, en las últimas ediciones del FIAS, pequeños milagros musicales. Este fue uno más. Rara vez la música de Dowland y Byrd habrá sonado mejor que en manos de Alqhai y sus colaboradores. Rara vez se habrá producido un sonido tan sepulcral en quienes asistían a un concierto. En estos tiempos difíciles que vive Europa, se agradecen bálsamos como este.
Eduardo Torrico