MADRID / Dos grandes voces para el ‘Cantar de los Cantares’
Madrid. Basílica Pontificia de San Miguel. 9-III-2020. Il Zabaione Musicale. Obras de Caprioli, Rovetta, Grandi, Allegri, Usper, Banchieri, Bernardi, Assandra y Donati.
Han sido muchos los músicos que en el pasado se inspiraron en el Cantar de los Cantares, atribuido —sin otro argumento que el mitológico— a Salomón, para elaborar una especie de paraliturgia que, en resumidas cuentas, venía a loar el matrimonio alegórico entre Cristo y la Iglesia Católica. Fue en la Venecia del Seicento donde halló el terreno mejor abonado esta práctica, a la que se dieron con gusto compositores como Alessandro Grandi, Adriano Banchieri o Giovanni Rovetta (maestro de Capilla Marciana de la Basílica de San Marcos de Venecia).
Con obras de los tres mencionados, más el añadido de otras pertenecientes a Giovanni Paolo Caprioli, Francesco Usper, Stefano Bernardi, Caterina Assandra —monja y compositora—, Ignazio Donati e, incluso, Gregorio Allegri —el del famoso Miserere—, este programa confeccionado por Il Zabaione Musicale (formación que cumple ahora diez años y que toma su nombre precisamente de una obra de Banchieri) pretende reconstruir la historia de los dos amantes del Cantar de los Cantares.
En un clima un tanto enrarecido, ante los rumores de una inminente suspensión del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid por culpa de esa nueva plaga conocida como coronavirus Covid-19, los cinco miembros del Il Zabaione Musicale brindaron otra de esas veladas inolvidables a las que ya nos ha malacostumbrado este festival. De ello tuvieron mucha parte de culpa las dos cantantes aquí convocadas, la soprano italiana —aunque residente en Basilea— Alice Borciani y la mezzosoprano madrileña —integrante de prestigioso coro Vox Luminis— Victoria Cassano.
A Borciani (que es fundadora del grupo, junto al laudista y violagambista Ryosuke Sakamoto —miembro del Ensemble Phoenix de Múnich— y al bajo, clavecinista y organista Elam Rotem —director de otra prestigiosa agrupación camerística, Profeti della Quinta) la conocemos principalmente por sus recientes colaboraciones con Musica Ficta, formación que dirige Raúl Mallavibarrena. No solo posee una voz plena de seducción y finura, sino también garra y un absoluto conocimiento estilístico de este repertorio (a fin de cuentas, a estos compositores los podemos considerar los herederos directos de Monteverdi, con el que Borciani se siente tan identificada). No le va a la zaga, ni mucho menos, Cassano, cada día más madura y decidida. Se repartieron las piezas a solo (hubo cuatro interludios, para que los tres instrumentistas que acompañaban a las cantantes pudieran lucirse) y, obviamente, abordaron los dúos, con una testimonial presencia en el Quam pulchra es (Rovetta) de Rotem cantando mientras tocaba el órgano. Estuvieron pletóricas, sublimes por momentos, bordando una música deliciosa y haciendo que el concierto transcurriera en un santiamén.
Elogios merecidos también para el ya mencionado Rotem, para la violagambista — violas bajo y soprano— María Alejandra Saturno (exquisita su lectura de la recercada sobre el Doulce memoire de Diego Ortiz) y el laudista Ramiro Morales, tan solvente como en él es habitual.
Eduardo Torrico