MADRID / Cuarteto de Leipzig: cantos, mas también plegarias

Madrid. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 27-V-2019. Cuarteto de Leipzig. Obras de Hanns Eisler, Cristóbal Halffter, Antoni Parera Fons y Konstantia Gourzi.
Todos estamos alerta cuando se produce un gran acontecimiento brillante y con los medios de información a su favor. En realidad, es que nos han puesto alerta. El fenómeno puede valerlo, por qué no. Pero cuando se produce un fenómeno artístico de primer orden sin avisar apenas, como en el que vamos a comentar, lo que tiene lugar es una sesión artística de nivel superior en la que se ven implicadas unas cuantas personas que saben que aquello es un fenómeno distinto por su amplio aliento, pequeño por el formato, grande por el contenido. El Cuarteto de Leipzig, formación exquisita de amplia trayectoria (que ha sido objeto en nuestra revista de mucha y positiva atención) protagonizó este recital de las Series 20/21 del CNDM, con dos obras de compositores españoles veteranos, más un antiguo músico que vivió horas heroicas y hasta suplo plasmarlas (Eisler) y una compositora poco conocida aquí; por lo que oímos, nos vamos a ver pronto buscando música suya para satisfacer lo que es algo más que curiosidad tras la escucha de su Cuarteto.
Hanns Eisler (1898-1962) no es un olvidado. Pero despierta cierto desdén. Sí, ya sabemos que es el desdén del que desconoce, del que desprecia cuanto ignora. Y del que cree saberlo todo de un compositor porque eligió el infierno de la RDA en lugar del paraíso de Adenauer. Eisler, populista a tiempo parcial, es aquí vienés a tiempo completo. El Cuarteto op. 75, inmediatamente anterior a la guerra en Europa (en el este de Asia ya llevaba tiempo), es serial, a la manera de Schoenberg y sus dos discípulos (o maestros más jóvenes, quién sabe; Eisler era más joven que ellos, y además era alemán, de Leipzig, no austriaco), es grave, es introspectivo en sus partes, más que movimientos: austeras variaciones, retenido finale que trata de no ser presto.
El Cuarteto nº 9 de Cristóbal Halffter es un discurso lo bastante dilatado como no encerrarlo en una definición. Se observan bloques temáticos no del todo cerrados en sí mismos, pero sí distinguibles, y que se caracterizan no tanto por la línea de cada uno como por otra característica, que es distinta cada vez: la métrica, sobre todo; el tempo, a veces; en menos ocasiones, el matiz. Pero hay algo que distingue unos bloques de otros, y no es el canto, ni mucho menos.
La estilización del canto y la danza es el secreto del carácter del Cuarto cuarteto de Antoni Parera Fons. En el Preludi, se parte del intervalo ostinato que es célula, que crece y se transforma en canto y baile, hasta la división del trabajo entre instrumentistas: el que canta y los que apoyan con su métrica, su fondo; no su eco, sino más bien su bajo. La suite de danzas eclosiona en el vals, segundo movimiento, que parte de una figura característica destinada a repetirse (yo diría que era un tresillo más dos intervalos, no sé si de segunda mayor, uno no llega a tanto; en rigor, dos notas, tan vez dos negras, que matizan el nerviosismo del tresillo). No es una apoteosis de la danza, es de nuevo una estilización, aunque, llegado el caso, pudiéramos aventurarnos a bailarla. Da la impresión de que el aria i dansa final regresa al humor o al sentido del Preludi, pero no estoy seguro con una sola escucha. ¿Es una ilusión o es real que hay algo parecido a una oración o hasta plegaria hacia el final? En cualquier caso, hay más finale presto que finale introspectivo. Porque esto son como las cançons i danses de Parera, no la Tercera sinfonía de Górecki.
Eso más bien tendría lugar en la sorprendente obra que no esperábamos, y que se puso en lugar del previsto cuarteto de Wolfgang Rihm: el Cuarteto nº 3, “Anájikon, ángel del jardín azul”, de la compositora griega Konstantia Gourzí (Atenas, 1962). Pero las quejas del Báltico se traducen aquí mediante la plegaria de la perdida segunda Roma; el eco del canto ortodoxo, si no me equivoco (y es tan fácil equivocarse).
En fin, uno de esos conciertos extraordinarios, muy bellos, a los que el CNDM parece abonarnos en su serie 20/21.
(Foto: El Cuarteto de Leipzig en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía.
(c) Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) – Ben Vine)