MADRID / Cuarteto Brodsky: grandes éxitos y 50 años de experiencia a sus espaldas
Madrid. Fundación Juan March. 9-II-2022. Ciclo La obra maestra desconocida. Cuarteto Brodsky (Krysia Osostwicz, violín; Ian Belton, violín; Paul Cassidy, viola; Jacqueline Thomas, violonchelo. Obras de Borodin, Prokofiev, Joplin, Sarasate, Britten, Shostakovich, Turina, Beethoven, Debussy, Fauré y Khachaturian.
“La obra maestra desconocida” es el título del ciclo que la Fundación Juan March ha organizado desde el pasado 23 de febrero hasta el 9 de marzo. Tres miércoles, tres conciertos. Previo al último concierto, el director de SCHERZO, Juan Lucas, y el actor Miguel Rellán mantuvieron un interesante y ameno diálogo, retransmitido en directo por Radio Clásica, sobre las ‘propinas’, esas obras, generalmente cortas y pegadizas, que suelen tocarse al final de los recitales, un asunto muy relacionado con el programa del concierto que estaba dedicado a versiones casi desconocidas de obras maestras o grandes éxitos. Los protagonistas de la noche fueron los componentes del Cuarteto Brodsky, que 2022 cumple 50 años, aunque solo dos de ellos, la violonchelista Jacqueline Thomas y el segundo violín Ian Belton, son miembros fundadores.
Si hay algo que caracteriza a la Fundación Juan March es la calidad y el cuidado que pone en las actividades que organiza, no ya sólo de los artistas, sino también de los programas de mano. La musicóloga Pilar Ramos fue quien escribió los textos para los conciertos de este breve ciclo. El Cuarteto Brodsky abrió el recital con el Scherzo enRe mayor (1882) de Aleksander Borodin (1833-1887), quien lo utilizó posteriormente para su inacabada Sinfonía nº 3. La segunda pieza, bastante más corta y pegadiza que la anterior, fue la conocida marcha de la ópera El amor de las tres naranjas de Sergei Prokofiev (1891-1953) en un arreglo del violinista Andrew Haveron para cuarteto de cuerda. Tras el aplauso del público, Paul Cassidy, viola del Cuarteto Brodsky, tomó el micrófono para decir que en 2022 este cuarteto británico cumplía 50 años y que llevaban dos sin tocar en España. Seguidamente recordó la guerra que está aconteciendo actualmente en Ucrania y quiso dedicar a la “gente de Ucrania” las obras que iban a interpretar, especialmente aquellas de compositores rusos. Sus palabras arrancaron el aplauso del público y el recital continuó con Solace del compositor estadounidense Scott Joplin (1868-1917). El arreglo para cuarteto lo hizo Jacqueline Thomas; buen arreglo, pero quizás, en opinión de quien subscribe, más romántico que el de la música original para piano que conocemos por la película El golpe (1973) protagonizada por Paul Newman y Robert Redford.
Después de Joplin, el Cuarteto Brodsky cambió de tercio con la Playera y Zapateado de las Danzas españolas op. 23 de Pablo Sarasate (1844-1908), en un arreglo del violista Paul Cassidy. Muy aplaudidas por el público. Después interpretaron Poème, una obrita lenta, poética, que Benjamin Britten (1913-1976) compuso con tan sólo 13 años. A continuación, un estupendo arreglo de Jacqueline Thomas de Elegy y Polka, escritas originalmente para dos violines y piano por Dmitri Shostakovich (1906-1975). Así terminó la primera parte, con algunos momentos en los que el Cuarteto Brodsky pareció no lograr la afinación deseada.
La segunda parte fue mejor —el cuarteto se mostró más conjuntado y perfectamente afinado—, lo cual no significa que la primera no fuera muy buena. Comenzaron con La oración del torero (1925) de Joaquín Turina (1882-1949), originalmente escrita para cuarteto de laúdes y dedicada al Cuarteto Aguilar. El propio Turina hizo enseguida versiones para cuarteto de cuerda y para orquesta. Entonces llegó uno de los momentos especiales del recital, la interpretación del Adagio sostenuto de la Sonata para piano nº 14 en do sostenido menor de Ludwig van Beethoven (1770-1827), conocido mundialmente como Claro de luna. Fue muy aplaudido por el público. Tomó el micrófono Krysia Osostwicz, primer violín, quien en inglés —Paul Cassidy habló en español— dijo que ella sólo llevaba un año con el cuarteto. Anunció que después del lugar oscuro al que nos había transportado la obra de Beethoven, llegarían obras de dos compositores franceses y uno ruso. Los arreglos que Paul Cassidy hizo de La serenade interrompue y de Arabesque nº 2 de Claude Debussy (1845-1924) así como el Après un rêve de Gabriel Fauré (1845-1924) fueron magníficos. Con la obra de Fauré disfrutamos de bellísimas melodías en la viola y el violonchelo. El recital concluyó con el arreglo de Andrew Haveron de la archiconocida Danza del sable del ballet Gayaneh de Aram Khachaturian (1903-1978). El público aplaudió y Paul Cassidy anunció que tocarían una propina y algo más… La primera propina fue un precioso arreglo hecho por Krysia Osostwicz de la Gnossienne nº 2 de Erik Satie (1866-1925).
El Cuarteto Brodsky demostró estar en plena forma con un programa de grandes éxitos y 50 años de música y experiencia a sus espaldas.
Michael Thallium
(Foto: Dolores Iglesias – Fundación March)
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