MADRID/ Coma 23: Paisaje de cristal
Madrid. Sala Falla de la Sgae. 8-XI-2023. Susana Cordón, soprano, Irene Alfageme, piano. Obras de Lanchares, Legido, Pérez Maseda y García Abril.
Paisaje de cristal es un cuadro del pintor vallisoletano Miguel Santos que representa un difuminado paisaje lluvioso tras el cristal, y con este lienzo el interesante concierto del COMA 23 ilustraba una serie de homenajes, de aniversario o recuerdo, a cuatro compositores españoles de primera línea. Eran obras para piano –o canto y piano– de distintas tendencias, pero todas con su particular atractivo. El piano lo tocaba Irene Alfageme con una brillante trayectoria a sus espaldas que se traduce en una técnica rigurosa y un bonito sonido, mientras la voz era la de la prestigiosa Susana Cordón, de notable carrera y muy adecuada para el género de la canción de concierto que cantó con gusto y carácter.
Los setenta años del palentino Santiago Lanchares se celebraban con una pieza pianística, En el sendero, caracterizada por esa sobria sensibilidad propia del el autor, mientras que Impresión –perteneciente a los Tres poemas líricos de José Humana– es una pieza vocal de 2014 de honda e intensa expresión, concentrada y nada teatral.
Jesús Legido cumple ochenta años y es un autor muy sólido, que en su larga carrera musical siempre ha mostrado independencia y personalidad. Las Cinco piezas para Hojas de Álbum muestran a un compositor con dominio de la forma breve pero concentrada, que cambia dificultad por expresión a través de un virtuosismo más interno y profundo. En el ámbito vocal, sus Añoranzas (cinco canciones sobre versos de Rosalía de Castro) acarician musicalmente el texto y le otorgan esa última dimensión que solo la música puede conferir a la palabra.
A sus setenta años, Eduardo Pérez Maseda es compositor, ensayista y pensador musical de indudable talento y enjundia. Aquí participaba con dos obras pianísticas de distinta naturaleza, pero igualmente interesantes. Berceuse es una obra claramente intertextual, en la que unos elementos compositivos sacados del Liszt más interior se convierten en discurso contemporáneo sin necesidad dejar de ser ellos mismos: un logro sensible e intelectual que solo está al alcance de alguien que no solo sea creador musical sino también pensador sobre la música. La otra obra era muy diferente. Vals para Rayuela no tiene nada que ver con Cortázar, sino con un instituto de ese nombre para cuyos alumnos el autor realizó esta pieza que va más allá de lo puramente didáctico y, como él mismo afirma, es sencilla pero no simple.
El concierto concluía con dos ciclos de canciones en homenaje a Antón García Abril, fallecido hace un par de años. Este autor, versado en todos los géneros, se encontraba muy a gusto en el de la canción de concierto a la que se dedicó reiteradamente. Esta vez le tocaba el turno a las Cuatro canciones gallegas, con textos de Rosalía de Castro y Álvaro de las Casas, y al Tríptico de Antonio Gala con poemas de este autor procedentes de las Canciones de Valldemosa, uno de los ciclos más conocidos del compositor turolense. Susana Cordón e Irene Alfageme conocían bien estas obras, pues demostraron sentirse cómodas y seguras en ellas, y las interpretaron con mimo y sentido expresivo. Pero también hay que agradecer su esfuerzo en las otras piezas que estaban igualmente bien preparadas. Consiguieron un concierto que no solo era programáticamente interesante, sino de buena calidad interpretativa como en general está siendo este variadísimo festival COMA 23.
Tomás Marco
(foto: Juan Vicente Chuliá)