MADRID / Ciclo Terezin: componer bajo el terror

Madrid. Fundación March. 10-III-2021. Ciclo Terezin: componer bajo el terror. Sylvia Schwartz, soprano. Konstantin Krimmel, barítono. Julius Drake, piano. Canciones de Ullmann. I. Weber, Klein, Haas, A. Strauss y Taube.
Este concierto remataba el ciclo de tres que la Fundación March ha dedicado a las composiciones surgidas del campo de concentración de Terezin, en actividad que los nazis llegaron a utilizar como ejemplo de gueto modelo. Cuando lo que se ventilaba y lo que anidaba dentro de sus límites era el terror más absoluto. Fueron muchos los ajusticiados allí. Como Viktor Ullmann (1898-1944), autor de la mayoría de las piezas ofrecidas en esta interesante sesión.
Casi todas ellas sirvieron –como se dice en la presentación– “para expresar la esperanza de un futuro mejor o como acto de resistencia. Los textos escogidos permitieron a ciertos autores con raíces judías evocar su infancia o manifestar su soledad”. De todo ello hay en la selección ofrecida en esta oportunidad, muy profesionalmente servida por el piano certero y expresivo del conocido Julius Drake (todo un lujo), de la joven soprano Sylvia Schwartz y del aún más joven barítono germano-rumano, no conocido por estos lares, Konstantin Krimmel.
Ella mantiene ese especial encanto que embarga su canto gracias a un timbre claro y muelle (quizá algo apagado y falto de crista), a un fraseo bien cincelado, a una expresividad contenida pero honda, a una extensión muy notable y a una facilidad para el filado muy singular. Una lírico-ligera bien adiestrada, de estuche no grande. Excelente música. Como reveló serlo su compañero, un barítono muy lirico, de buen metal, a veces casi reluciente, de dicción impoluta, dotado de evidente habilidad para regular el sonido y crecer o decrecer en cuestión de décimas de segundo. Lo puso de manifiesto en las Cuatro canciones sobre poesía china de Pavel Haas (1899-1944), pobladas de ostinati, de expresivas modificaciones rítmicas, de alternancias muy significativas, tocadas aquí y allí de ramalazos dramáticos, como Daleko mesíc je domova (El estado de ánimo se encuentra lejos de casa), cerrada con un intenso postludio pianístico.
Schwartz expuso las Cinco canciones de amor de Richarda Huch op. 26 de Ullmann con especial concentración y estableció los debidos contrastes, así en Sturmlied. Y aprovechó la delicadeza y el corte romántico de los poemas para practicar hermosos pianos; como en O schöne Hand, de línea mágicamente ondulante y estratégicas y modosas disonancias. En las Tres canciones sobre poemas de Hölderlin trazó encantadoras figuraciones reveladoras de una naturaleza muy presente. En Abendphantasie, buen ejemplo del arte del compositor, que recurre al empleo de métricas alternas, al cromatismo, se deja en franquía a la solista para aplicar un tono meditativo y delicado.
Krimmel hizo valer su franqueza vocal en las Tres canciones sobre poemas de Ferdinand Meyer del mismo autor, llegó sin problemas a la zona más aguda de Säerspruch op. 37 y resaltó con elegancia el tono semicómico de esa especie de balada que es Die Schweizer, bien acentuado su aire popular. Schwartz destacó con el tono justo el parentesco con Weill de Littel Cakewalk. Antes la propia cantante se había dejado llevar del toque vienés de Ich weiss bestimmt… (Estoy seguro de que volveré a verte) de Adolf Strauss (1902-1944); en realidad, como comenta en sus espléndidas notas al programa el musicólogo Igor Contreras Zubillaga, un auténtico tango.
En resumen, un recital entretenido, variado, sugerente y revelador en buena medida, escuchado en la sala por un reducido grupo de invitados y transmitido naturalmente por youtube y por las ondas de Radio Clásica. Instructivo y poblado de significativos claroscuros, que fue coronados a dos voces por los cantantes con la Canción de cuna de Ilse Weber(1903-1944).
Arturo Reveter