MADRID / Caravaggio, el claroscuro y la música barroca
Madrid. Fundación Juan March. 4-XII-2019. Tiento Nuovo. Director: Ignacio Prego. Obras de Falconieri, Marini, Caldara, Vivaldi, Frescobaldi, Corelli, Haendel, Geniniani y Porpora.
Música, pintura, teatro… El Barroco, en estado puro. Mientras sonaban obras de Haendel, Vivaldi, Caldara, Corelli, Geminiani o Porpora, en la siempre cabal ejecución de Tiento Nuovo, el grupo napolitano Teatri 35 recreaba a modo de tableaux vivants cuadros de Caravaggio, Velázquez o Zurbarán. Era como retroceder en el tiempo y presenciar in situ cómo el pendenciero Michelangelo Merisi plasmaba sobre el lienzo su infinitivo arte. Brillante idea, por mucho que entre Caravaggio y la mayor parte de las obras musicales seleccionadas hubiera una distancia de un siglo. ¿Se imaginan estos tableaux vivants caravaggiescos acompañados de la música del príncipe Gesualdo da Venosa, coetáneo suyo e igual —o más — de pendenciero que él?
Es el apogeo del claroscuro, esa técnica que permite crear mayores efectos de relieve y modelado de las formas a través de la gradación de tonos lumínicos. Gaetano Coccia, Francesco Ottavio De Santis y Antonella Parrella, los actores que componen Teatri 35 son unos genios, pero su trabajo no habría alcanzado en Madrid tanto fulgor sin el pleno acierto del iluminador de la sala de la Fundación March. Se valen de unos cuantos trapos (en el estricto sentido del término), de un par de maderos, de algunos artilugios más y, claro está, de desbordante talento para clavar con asombrosa perfección La crucifixión de Pedro, La decapitación de San Juan Bautista, San Mateo y el ángel, la negación de Cristo, el velazqueño Retrato de Inocencio X, la Santa Úrsula de Zurbarán o, como conclusión, el retrato del propio Caravaggio, obra de Ottavio Leoni,
Y mientras ellos actúan, los músicos tocan. Los músicos son Tiento Nuovo, el ensemble madrileño que dirige el clavecinista Ignacio Prego, escoltado en esta ocasión por los violinistas Vadym Makarenko y Daniel Pinteño, y por la violonchelista María Martínez. El concierto se abrió con La dichosa fantasía de Andrea Falconieri y con la Sonata sopra la Monica de Biagio Marini, estos dos compositores, sí, coetáneos de Caravaggio, para luego adentrarse en el Barroco tardío de la mano de Antonio Caldara (dos sonatas en trío), Antonio Vivaldi (otra sonata en trío), Arcangelo Corelli (la soberbia Sonata nº 3 op. 5 y, ¡cómo no!, la Ciaccona de La Follia, sonata nº 12 de ese mismo opus), Georg Friedrich Haendel (también una sonata en trío, la HVW 387), Antonio Porpora (una sinfonía da camera) y Francesco Geminiani (la Sonata para violonchelo y bajo continuo H 107, magistralmente ejecutada a dúo por Prego y Martínez). Prego también se exhibió en solitario con una tocata de Frescobaldi, quien, como Falconieri y Marini, fue contemporáneo de Caravaggio.
Salvo algunas pequeñas desafinaciones al principio, motivadas en buena medida por la sequedad acústica del espacio (la capa de linóleo que se había situado sobre el escenario para facilitar los movimientos de los actores absorbía demasiado el sonido) y, en ocasiones, una cierta aspereza del violín de Makarenko (joven y brillante intérprete ucranio afincado en Madrid, alumno en Basilea de la gran Amandine Beyer), la labor de Tiento Nuovo resultó admirable, confirmando el porqué se ha erigido en uno de los más destacados grupos de música antigua dentro de esa formidable plétora que ha surgido en los últimos años en España.
(Fotos: Dolores Iglesias / Archivo de la Fundación Juan March)
Eduardo Torrico