MADRID / Camarena es siempre Camarena
Madrid. Auditorio Nacional. 7-II-2020. Ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo. Javier Camarena, tenor. Ángel Rodríguez, piano. Obras de Gounod, Lalo y Donizetti. Canciones.
Dos tenores que hicieron su currículo en la Opernhaus de Zúrich están hoy en el pináculo de su cuerda, cada uno con diferente tiempo de marcha y con su propio y no intercambiable repertorio: Jonas Kaufmann y Javier Camarena. De hecho, para la historia ha quedado como testimonio una compartida Carmen de Bizet (2008) donde el bávaro era Don José y el mexicano era el Remendado.
Camarena finalizó una triunfal gira concertística española en Madrid, donde cuenta con un público entusiasta desde que se lo metió en el bolsillo con el Tonio donizettiano hace ya cuatro años.
Con su pianista digamos ‘de cabecera’, excelente músico a la altura del solista vocal, el generoso y simpático cantante que nada más aparecer en escena, sin abrir aún la boca, ya tiene el público a sus pies, se había planteado un corto, pero bien exigente programa, con un repertorio capaz de sacar a la luz de nuevo sus cualidades de acendrado y elegante lirismo y de extensión de registro. Características expuestas en la primera parte del proyectado recital, aunque por las palabras iniciales dirigidas al público se pudo entender que el tenor no estaba en una noche vocalmente gloriosa. De hecho, la voz sonaba a veces cansada y otras fría; y el carismático intérprete, algo incómodo, hasta reservado. Pese a todo, dio cuenta de ese envolvente lirismo en la cavatina de Faust y, sobre todo, en la aubade del Mylio de Lalo, desarrolladas las elegantes melodías con las exquisiteces facilitadas. Los agudos sonaron con el brillo acostumbrado, parcialmente como Dom Sébastien y dadivosamente como el Tonio, aunque aquí hubo de interrumpir los nueve Do para tomar nuevo impulso.
En la segunda parte, pidió al público que le permitiera cambiar el programa. Honroso acierto: si no iba a estar a la altura de siempre. mejor tirar por este alternativo recurso. Boleros o canciones bien conocidas de Portillo de la Cruz, Agustín Lara, Álvaro Camilo y María Grever: Contigo en la distancia, Amor de mis amores, Piensa en mí, Sabor a mí, Júrame. Puso el mismo calor, idéntica musicalidad, variedad de matices y valores expresivos que pondría en las páginas operísticas reemplazadas (Donizetti, Rossini, Flotow y Verdi). Para finalizar con una intensísima lectura del ¡No puede ser! del Leandro sorazabaliano. Los dos mensajes, de tan diferente calibre musical de esta ya popularísima romanza, sonaron magníficamente como en los mejores momentos de tan extraordinario artista. Éxito completo. Merecido.
Fernando Fraga