MADRID / Brezza: en el nombre del padre, del hijo y de Abel
Madrid. Fundación Juan March. 23-I-2023. Brezza. Obras de Abel, J.C. Bach y J.S. Bach.
Interesante programa el propuesto por Brezza para su participación en el ciclo Jóvenes Intérpretes de la Fundación Juan March. No es nueva la idea de hermanar en una misma velada (que en este caso no era velada, sino matinal) a Karl Friedrich Abel y Johann Christian Bach. Sabido es que se conocieron en Londres en 1764, que se hicieron buenos amigos y que instauraron una serie de conciertos (los Bach & Abel Concerts) que han pasado a la historia por ser los primeros vendidos en Inglaterra por abonos. Lo que no es nada frecuente es que se les añada música de Johann Sebastian Bach. Pero tiene toda la lógica del mundo: Abel, que había nacido en 1723 en Köthen, fue alumno de Bach padre en Leipzig y Johann Christian (Leipzig, 1735) era el undécimo hijo de este, de quien, obviamente, recibió sus primeras lecciones musicales. Aquellos dos compositores que acabarían siendo socios en Londres estuvieron toda su vida, no hay ni que mencionarlo, fuertemente influidos por el Kantor más célebre de la historia.
Junto a obras puramente camerísticas de estos tres autores (La sonata para flauta travesera en Mi menor op. 6 nº 3 WK 125 y la Sonata en trío en Si bemol mayor WK 110d A5:5a de Abel; la Sonata para viola da gamba en Si bemol mayor W.B. 2b op. 10 nº 1 y la Sonata en trío en Fa mayor W.B. 40 op. 8 nº 6 de Johann Christian; y la Sonata para flauta travesera en Mi menor BWV 1034 y la Sonata para viola da gamba en Sol menor BWV 1029 —en arreglo para traverso realizado por Brezza— de Johann Sebastian), los integrantes del trío interpretaron pasajes a solo de sus respectivos instrumentes, así como algunos preludios improvisados a modo de introducción de las piezas camerísticas.
Brezza, fundado hará cosa de seis o siete años en la Schola Cantorum Basiliensis, donde coincidieron como estudiantes sus tres miembros (la violagambista madrileña Marina Cabello, el flautista salmantino Pablo Gigosos y el clavecinista holandés Teun Braken), se ha ganado en este lapso un merecido reconocimiento y un notable respeto en el mundillo de la música antigua. Por motivos de agenda, no pudo estar aquí Braken, que fue sustituido por la clavecinista Weronika Paine, otra egresada de la Schola Cantorum. Juntos o individualmente, Cabello, Gigosos y Paine exhibieron un sonido refinado y un perfecto dominio estilístico. Estuvieron espléndidos en el deslumbrante Andante de la Sonata para flauta en Mi menor BWV 1034 de Bach padre (¿se ha escrito algo más hermoso para traverso que este movimiento?… Me temo que no) y en el Allegro de la Sonata para viola da gamba en Si bemol mayor W.B. 2b op. 10 nº 1 de Bach hijo, obra de innegables reminiscencias paternas.
Sumamente curioso cómo acometieron la propina (el Presto de la Sonata nº 2 op. 5 de Abel), con los tres intérpretes agrupados en torno al clave y leyendo una única partitura. Según explicó Cabello, esta práctica en aquel tiempo era habitual, no ya solo por buscar un sonido diferente, sino porque así los músicos ahorraban papel, que, por lo visto, se trataba de un producto bastante caro.
Eduardo Torrico
(Foto: Dolores Iglesias – Fundación Juan March)
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