MADRID / ‘Bolazo’ sin alma

Madrid. Fundación Juan March. 12-X-2019. Petra Müllejans, violín y viola. Daniela Lieb, flauta travesera. Sabine Bauer, clave. Obras de C.P.E Bach, W.F. Bach y J.S. Bach.
La violinista Petra Müllejans y la clavecinista Sabine Bauer son dos históricas de la música barroca. La primera fundó en 1987, junto a otro violinista, Gottfried von der Goltz, la Freiburger Barockorchester, sin lugar a dudas la mejor agrupación con instrumentos originales de nuestros días. Desde entonces, ella y Von der Goltz han sido los concertinos titulares de esta orquesta. La carrera de Bauer quizá no ha sido tan celebrada como la de Müllejans, pero sí igual de intensa y sólida, tanto en solitario como formando parte de grupos (principalmente, la Camerata Köln o La Stagione Frankfurt, aunque también militó en Musica Antiqua Köln como… ¡flautista de pico!). Hace justo un año, Müllejans y Bauer grabaron para el sello Bastille Musique la integral de las Sonatas para violín y clave de Johann Sebastian Bach, que sirvieron para demostrar que el tiempo, por desgracia, no respeta a nadie: lecturas ortodoxas y transparentes, pero frías, sin capacidad para emocionar a quien las escuche.
Su presencia ahora en la Fundación Juan March, acompañada por la flautista travesera Daniela Lieb (miembro, asimismo, de la Freiburger Barockorchester), era una buena forma de contrastar si la mencionada grabación de las sonatas bachianas había sido una mala tarde o si, por el contrario, era indicio de algo peor. Y tengo que admitir que mi impresión ha sido la misma: música bien tocada; todo muy correcto, todo en su sitio, pero todo también sin el más mínimo afecto. Un ‘bolazo’, vamos. Lamentablemente, son muchos los músicos importantes, ya veteranos, que vienen a España con el convencimiento de que aquí vale todo, porque la gente sabe de música antigua lo mismo que sabía hace cuarenta años, es decir, muy poquito. Son, sobre todo, son músicos alemanes, ingleses u holandeses (mi más absoluto respeto por formaciones francesas o, en menor medida, italianas, que se dejan la piel cada vez que tocan). Y no, eso, por suerte, se acabó hace tiempo… Prueba de la insustancialidad de este concierto a cargo de Müllejans y Bauer fue la tibieza de los aplausos finales, lo que provocó que ni siquiera se molestaran en hacer un bis.
Conste que el programa estaba cargado de atractivo: la Sonata en trío en Fa mayor para flauta, viola y bajo continuo H 588, el Cuarteto nº 2 en Re mayor para flauta, viola y clave obligado H 538 y la Fantasía en Do mayor para clave solo H 291 de Carl Philipp Emanuel Bach (compositor sobre el que pivota este ciclo de la March dedicado al Empfindsamkeit), la Sonata nº 1 en Mi menor para flauta y bajo continuo BE WFB B17 de su hermano Wilhelm Friedemann y la Sonata nº 2 en La mayor para violín y clave obligado BWV 1015 de su señor padre, Johann Sebastian. Insisto: todo muy académico, pero carente de emoción. Y si una música tan buena (una música perteneciente, además, a un estilo, el Empfindsamkeit, que lo que pretendía era llegar a lo más profundo de la fibra sensible del oyente) no es capaz de emocionar, pues… mal asunto.
Lo mejor de la matinal fue el sonido cristalino del traverso de Lieb, especialmente en la obra que abría el concierto. Pero es poco bagaje cuando se trata de intérpretes con una trayectoria tan dilatada y brillante. Hoy en día ya no hace falta salir de España para encontrar grupos (por lo general, jóvenes) que son capaces de tocar esta música igual de bien en el aspecto técnico, pero con muchísima más alma.