MADRID / Benjamin Appl, de patrias y ensueños
Madrid. Fundación Juan March. 18-X-2023. Ciclo Imágenes del romanticismo. 2: La patria soñada. Benjamin Appl, barítono. James Baillieu, piano. Obras de Schubert, Reger, Wolf, Brahms, Richard Strauss, Adolf Straus, Schreker, Mahler y Grieg.
Dentro del ciclo “Imágenes del Romanticismo” que propone la Fundación Juan March, el recital de Benjamin Appl propone una suerte de historia de la canción de cámara en el siglo XIX con un par de incursiones en el siguiente. También está señalado su sesgo germánico, incluyendo al noruego Grieg que, a pesar de su alineamiento nacionalista, debe en lo musical su formación al mundo tudesco.
El asunto central, la “patria soñada”, se refiere a una de las señales fuertes del Romanticismo. Se trata de algo complejo y, por lo mismo, ambiguo y contradictorio. Patria es la heredad paterna, son los antepasados, a partir de la tierra donde el pueblo crece como una planta y arraiga. Pero también es la patria como invención imaginaria, como algo que se tuvo y se perdió, o algo que ha de lograrse en un mundo donde reina la extrañeza. Hasta es posible que la patria soñada se viva como extraviada y, por paradoja, no se haya poseído nunca. Es la definición proustiana del Paraíso, que sólo existe como perdido.
El catálogo de los autores propuestos es de gran riqueza y notoria variedad. Schubert puede pretender el título de fundador, seguido de los que llevan el código romántico hasta su plenitud como Brahms y Reger, y quienes lo ponen en crisis como Wolf, Mahler y Richard Strauss para arribar al expresionismo declarado de Schreker. Los dos remates a las mitades del concierto son figuras invitadas y especiales: el nacionalismo escandinavo sostiene a Grieg y Adolf Straus nos deja una canción de seductora intimidad, escrita en un campo nazi de exterminio pocos días antes de su asesinato.
Appl se desenvolvió con especial solvencia, consciente del desafío estilístico que se hubo propuesto. Así admitió la llaneza de Schubert, la complejidad armónica de Wolf, la inclinación decadentista de Strauss y Mahler para llegar al neto expresionismo de Schreker y una suerte de colofón romántico de lo Romántico, en Grieg y Straus. Lo hizo con una bella voz de barítono juvenil, sanamente expuesta, un dominio de lenguas muy aceptable y, en especial, un decir de intensa concentración que dio fuerza expresiva a la variedad propuesta. James Baillieu lo acompañó al piano pero no le fue en zaga, probando un notorio entendimiento con el cantante y una intensidad elocuente de pareja calidad.
Blas Matamoro
(foto: Dolores Iglesias / Archivo Fundación Juan March)