MADRID / Bejun Mehta, la dorada madurez de un gran contratenor

Madrid. Teatro Real. 9-VI-2022. Bejun Mehta, contratenor. La Folia Barockorchester. Director y violín solista: Robin Peter Müller. Arias de la ópera ‘Giulio Cesare in Egitto’ de Haendel y piezas orquestales de Vivaldi, Corelli, Telemann, Biber y Geminiani.
A finales de este mes de junio, Bejun Mehta cumplirá 54 años, edad a la que no son demasiados los contratenores que han sido capaces de llegar en plenitud de facultades canoras. A tenor del recital ofrecido anoche por el norteamericano en el Teatro Real de Madrid, me atrevería a decir que Mehta ha envejecido como los buenos vinos y que se halla ahora en el mejor momento de una carrera que, de seguir por esta senda, se presume larga y más venturosa de lo que ya ha sido, que no es poco. Es cierto que Mehta no se prodiga ahora tanto sobre los escenarios como lo hacia antes, y probablemente en ello radique buena parte de su éxito: dosificarse es un aro por el que no todos están dispuestos a pasar, sobre todo, en tiempos de zozobra de un sector que no se ha caracterizado nunca por la estabilidad económica.
Mehta, acompañado por La Folia Barockorchester (que, salvo que yo esté errado, se presentaba por primera vez en España), ofreció un programa en el que coherencia e incoherencia fueron de la mano. Coherencia, porque Mehta abordó, en el mismo orden en que figuran en la ópera, todas las arias que el protagonista (Cesare) canta en el Giulio Cesare in Eggito haendeliano; incluso, añadió el dúo final, Caro/Bella, en el que, a falta de una voz que lo acompañara, la parte de la soprano (Cleopatra) la asumió el violín de ese magnífico intérprete que es Robin Peter Müller. Incoherencia, porque las piezas orquestales que se insertaron entre aria y aria no tenían nada que ver con esta ópera, ni con Haendel, ni con el personaje histórico… salvo una Lidia Sinfonia [sic] que no fue sino un primoroso arreglo para violín y orquesta del aria V’adoro, pupille adjudicada a Cleopatra (de nuevo, a la mayor gloria de Müller).
Hubo mucho Vivaldi en lo entreverado (cosa lógica, ya que Vivaldi ha sido el buque insignia de La Folia Barockorchester desde su formación, hace ahora quince años) y hubo, asimismo, algún guiño con Pisendel a la corte de Dresde (esta ciudad es la sede de la orquesta), magníficamente cincelados por Müller y sus músicos (seis violines, dos violas, un violonchelo, un contrabajo, dos oboes, un fagot, dos trompas, tiorba, arpa y clave). Bellísima la lectura del no menos bello Adagio del Concierto en Re menor “Per Pisendel” del cura pelirrojo, pero bastante destartalada la Pastoralle del Concerto grosso op. 6 nº 8 de Corelli, a la que se añadieron, a modo de introducción (difícilmente justificable y mal ejecutada, especialmente por parte del tiorbista Fernando Olivas) los Canarios de Gaspar Sanz (el experimento de unir a Sanz y a Corelli resultó un auténtico pegote). El punto culminante en cuanto a la orquesta fue una soberbia lectura de La Follia de Francesco Geminiani. En líneas generales, La Folia Barockorchester dio en directo la misma buena sensación que da en sus celebradas grabaciones discográficas.
Mehta ha sido siempre un cantante con una magnífica técnica, adquirida ya en sus tiempos de niño soprano. Con el tiempo, su voz, sin perder un ápice de terciopelo, ha ido ganando en volumen y en proyección. Mehta dejó bien claro anoche en el Real que no hay escenarios demasiado grandes para determinadas voces, sino voces demasiado pequeñas para determinados escenarios. Fue, en suma, una lección magistral de canto a cargo del contratenor norteamericano, que, bien secundando por La Folia Barockorchester, encandiló desde el primer minuto y hasta el último (el concierto duró más de dos horas) a todos cuantos tuvieron la dicha de escucharlo. Por poner algún pero, el cantante pasó algún apurillo en la celérica aria Quel torrente, che cade dal monte, y ello a pesar del tempo deliberadamente ralentizado por el que optó. Hay que admitir, de todas formas, que esta aria se las trae y que, por esa la razón, se excluye habitualmente de representaciones en directo (e, igualmente, de grabaciones) de Giulio Cesar.
El recorrido por el personaje en esta ópera haendeliana llevaba el pomposo título de A hero’s journey, y fe que el héroe no solo fue el militar (y político) de la Roma Antigua, sino también Bejun Mehta, a quien Dios le conserve la voz y el buen gusto largos años, ya que hacen mucha falta cantantes como él.
Eduardo Torrico
(Foto: Javier del Real – Teatro Real)
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