MADRID / Apoteosis del trombón

Madrid. Auditorio Nacional. Ciclo Satélites. 9-V-2023. Octeto de Trombones del Orquesta Nacional. Director: Enrique Ferrando. Obras de Martínez, Castañer, Zamorano, Lindberg, Day, van Dijk, Crespo, Roig y Gosp.
Cálido homenaje del ciclo Satélites de la Orquesta Nacional de España a Enrique Ferrando, que fue durante 47 años (25en calidad de solista) miembro de la sección de trombones de la misma. Ferrando fue siempre un profesional entregado y eficaz que en el mundo del trombón es toda una institución. Él mismo introdujo y despidió el acto con su palabra y dirigió las obras que lo necesitaban.
Pieza fundamental en la orquesta, el trombón sufrió una importante mutación interpretativa en el último tercio del siglo XX cuando artistas como Vinko Globokar y más tarde Folke Rabe lo emplearon a fondo en la música nueva. Y ahora es posible y atractivo un concierto como este, que reunía a seis trombones (Edmundo Vidal, Juan Carlos Matamoros, Jordi Navarro, Rubén Prades y Francisco Javier Yera), un trombón bajo (Francisco Guillen) y un tuba (José Francisco Martínez), todos excelentes desde el punto de vista técnico y musical, en un programa variado y variopinto que iba de uno a ocho ejecutantes.
Había nada menos que cuatro estrenos, tres de ellos encargos de la ONE para la ocasión. Javier Martínez (1989) presentó un octeto titulado Fanfarria homenaje 2023, un brillante ejercicio dentro de lo que el título indica y realizado con enorme profesionalidad. En Primer vuelo, Xavier Zamorano (1987) expone un dúo que alude a la hazaña de los hermanos Wright, mientras que Mario Roig (1972) escribe un septeto en el que se mezclan multitud de citas del repertorio orquestal para trombón, unas más evidentes que otras, y vertebradas en torno a la acrobacia trombonera del Bolero raveliano.
La obra de mayor riesgo y temple experimental, ambos aspectos perfectamente superados, fue quizá el estreno no encargado. Se trató de Crash, de Jesús Castañer (1996), pieza para trombón solo, espectacularmente realizada por Juan Carlos Matamoros. La obra es de escritura compleja y refinada y conduce a un laberinto de sonoridades que termina en una especie de rendición final muy lograda tras búsquedas de lenguaje y estilo muy coherentes.
De Christian Lindberg (1958) se tocó el trío Salute a sausage Soiciety, que al igual que el cuarteto Ignition de Kevin Day (1996), muestra más oficio que inventiva. Ben van Dijk recopila, en Wagner for 5 Bones, varios temas del Anillo wagneriano en una pieza aseadamente escrita. Enrique Crespo (1941-2020), en Bruckner Etude, realiza lo que el título ofrece, una exposición de sonoridades de tipo bruckneriano.
El concierto terminó con el octeto tocando el Pasodoble Enrique Ferrando, de Enrique Gosp (1843), que se dedicó al homenajeado, autor del arreglo para trombones, como si fuera un gran torero. Y en cierto modo Ferrando lo ha sido porque día a día durante medio siglo se enfrentó a las partituras más comprometidas para dar lo mejor a su orquesta y a su público. Se le aplaudió con calor y cariño y hay que darle la mayor enhorabuena. Por el homenaje, claro, pero sobre todo por tantos años de probidad, entrega y servicio a la música.
Tomás Marco