MADRID / Antoine Tamestit hace volar la viola

Madrid. Auditorio Nacional. CNDM. 29-III-2023. Antoine Tamestit, viola. Cédric Tiberghien, piano. Obras de Schubert, Schumann, Hindemith, Dowland, Britten y Rebecca Clarke.
La viola ‘Stradivarius’ de Antoine Tamestit, músico francés que nació en 1979 bajo el signo de cáncer, eleva el instrumento a una categoría superior; sabemos que la viola lleva tiempo haciéndose hueco como solista con todas las de la ley, pese a la primacía del violín y el violonchelo. Lo que hace Tamestit con la viola podría considerarse poesía. La técnica es prodigiosa, y sirve para eso, para la poesía. Y este recital fue una muestra que nos emocionó e impresionó a todos (creo que a todos, la sala de cámara registraba un lleno).
El recital sugiere que hay un viaje. Comienza en la Arpeggione (versión viola, claro está), luminosa, diatónica; sigue con dos nocturnidades de Schubert y Schumann, puesto que la noche es una de las casas en que más a gusto se encuentran los románticos centroeuropeos: son Lieder en transcripción. Pero da un salto hasta Hindemith, cuyo instrumento fue la viola, y ahí las disonancias, los cromatismos, los humores cambiantes, transforman el paisaje, esto es, el sentido del viaje, como si lo desmintiera o lo mostrara en agresivo contraste. Una agresividad que admite la travesura, el guiño. Aún era el joven Hindemith, anterior a sus Kammermusike. Si la primera parte invocaba la noche, la segunda invocó las lágrimas: transcripción de Flow my tears, de Dowland, qué belleza; y es la belleza de la secuencia, suite o reflexiones de Britten, Lachrymae, lo que elevó la tensión emotiva del recital, en especial con ese final perdendosi en el que todos nos quedamos mudos. Britten hizo sus pinitos como viola, conocía bien el instrumento, y la poética de esos nueve movimientos o instantáneas se eleva hasta los dos sublimes lentos finales. Concluía el concierto con una obra de Rebecca Clarke, que vivió entre 1886 y 1979. Su Sonata de 1919 mantenía el elevado nivel del programa, a pesar de la hermosísima obra anterior de su compatriota. En todo el recital, y en especial en esos momentos que parecen culminantes, acompañaba al arte insuperable de Tamestit el excelente pianista Cédric Tiberghien, también francés.
Santiago Martín Bermúdez
[Fotos: Rafa Martín / CNDM]