MADRID / André Schuen, el arte de la concentración
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 17-V-2022. XXVIII Ciclo de Lied. André Schuen, barítono. Daniel Heide, piano. Obras de Schubert, Mahler y Korngold.
El barítono italiano ya es conocido y aceptado por el público madrileño tanto en la ópera como en la canción de cámara. Hace escasas semanas lo hemos visto haciendo el Conde en Las bodas de Fígaro con un señorío histriónico y vocal realmente elevado. Sabemos que Schuen centra su arte en una extrema concentración, la misma que conviene aplicar en quien lo escucha. Su recitación es austera y la regulación de sus volúmenes puede ir desde la máxima expansión lírica o patética hasta la filatura extrema con que se comparte una confesión. Hay momentos de sugestión estática —El joven y la Muerte de Schubert— en los que el tiempo pasa pero no transcurre, en una vivencia intemporal que sólo la música puede proveer.
El programa fue exigente, acorde a la austeridad expresiva del artista. Salvo con El rey de los elfos y Noche y sueños, lo demás fueron números infrecuentes. En cambio, en Canciones para los niños muertos de Mahler se propuso una obra de la que existen innúmeras referencias. Aquí Schuen mostró su magistral dominio de la declamación, pues Mahler emplea versos más largos y fraseos más delicuescentes que el conciso Schubert. Infrecuentes Korngold nos condujeron al sentimentalismo salonero vienés, con toques expresionistas, de inobjetable redacción. Una propina fue una nueva propuesta de éxtasis: Mañana de Richard Strauss.
Daniel Heide, al piano, estuvo impecable en Schubert y Korngold, aunque algo menos, en Mahler.
Blas Matamoro
(Foto: Rafa Martín)