MADRID / Alex Potter y la Netherlands Bach Society ofrecen una esplendorosa entrada a la Navidad
Madrid. Auditorio Nacional. 22-XII-2023. Ciclo Universo Barroco. Netherlands Bach Society. Miriam Feuersinger, soprano I; Kristen Witmer, soprano II; Thomas Hobbs, tenor; Stephan Macleod, bajo. Alex Potter, contratenor y dirección. Magnificat! Concierto de Navidad: Obras de Schein, T. Michael, P. Nicolai, N. A. Strungk, Lasso, Kuhnau, Hammerschmidt y J. S. Bach.
El cantante y director Alex Potter ideó un programa lleno de sentido para estas fechas al proponer la idea de una celebración casi litúrgica que conmemorase el significado pleno de la Navidad, con la expresiva y solemne manera luterana, y no una mera interpretación de piezas sucesivas en un concierto.
La Netherlands Bach Society ya nos sorprendió desde el comienzo al entonar un tenor desde las alturas de la galería la primera estrofa del himno gregoriano Veni, Redemptor Gentium, para proseguir en las siguientes estrofas con otras voces. A continuación, y desde el mismo lugar, nos ofrecieron una hermosa interpretación del motete a 4 voces sobre ese mismo canto de Johann Hermann Schein, el primero de los Cantores de Santo Tomás de Leipzig que pudimos escuchar en el concierto. Curiosamente, ese canto gregoriano corresponde al habitual coral luterano Nun komm, der Heiden Heiland, pero todo fue en su versión latina. Como contrapunto instrumental, en el escenario, una orquesta muy reducida dirigida por Bojan Čičić, a la manera de un consort del barroco temprano, con cinco instrumentos de cuerda, un fagot y una percusión añadida desde un tamboril por Robert Kendell, interpretaba una Paduana del propio Schein. Aunque la alternancia del canto con lo instrumental, junto a la intimidad de la escala de todo el planteamiento, parecían muy adecuados y bellos, quizá la elección de danzas de la colección del Banchetto Musicale no fue la más indicada para ese contexto y eso quedó algo deslucido en la Sala Sinfónica.
Tras esa pieza instrumental, volvimos a escuchar desde la galería superior la continuación del himno gregoriano, con las estrofas VII y VIII, y después, nuevamente desde el escenario, otra pieza de la colección de Schein, una gallarda. Tras ella, aparecieron en el escenario Miriam Feuersinger y Stephan Macleod para interpretar la obra Das Volk so in Finstern wandelt siehet ein grosses Licht de Tobias Michael, sucesor de Schein como Cantor en la Thomasschule, una pieza que narra la alegría de la luz esperanzadora del texto, con un continuo formado por órgano, violonchelo y viola da gamba. Si MacLeod comenzó ya la noche de manera formidable, con su bello timbre de poderosa voz y su gran seguridad, Feuersinger comenzó algo más titubeante en esta pieza, donde su voz pareció no tener la potencia adecuada y su parte de registro grave resultó algo débil. Afortunadamente, esto lo enmendó después con el canto excelente al que nos tiene acostumbrados. A esta obra le siguió otro movimiento del Banchetto de Schein, una alemanda donde, como en las anteriores, volvimos a ver a Bojan Čičić tocar con el violín en posición de barroco temprano, a la altura del pecho, con un pequeño conjunto de cuerdas, una percusión interesante con cascabeles y el sonido matizado del fagot.
De especial serenidad fue la desnuda interpretación desde la galería del coral Wie schön leuchtet der Morgenstern, basado en el Salmo 45 y compuesto por Philipp Nicolai en 1597, que se convirtió en la música luterana en la base para elaborar auténticas joyas, como la Chacona con disminuciones sobre ese coral de Nicolaus Adam Strungk, cuya relación con Leipzig fue la de director de la Ópera. Una preciosidad que Bojan Čičić interpretó de manera algo excéntrica, con mucho legato y una ornamentación algo antinatural, mientras que, en cambio, el clavecinista Siebe Henstra realizó un acompañamiento excepcional, colorista y delicado.
El coro de cantantes, que acompañó después durante el concierto al quinteto solista en las obras de mayor envergadura, interpretó a continuación el festivo motete Angelus ad pastores ait de Orlando di Lasso, que sonó solemne aunque algo emborronado, para después entonar la antífona gregoriana Illuminare Jerusalem (Neu Leipziger Gesangbuch, 1682) que ya dio paso a la primera gran joya de la noche, la cantata navideña Wie Schön leuchtet der Morgenstern, IJK 17, del excelente Johann Kuhnau, el inmediato predecesor de Bach en el puesto de Cantor de Santo Tomás. La música de Kuhnau que hemos ido conociendo a lo largo del tiempo con cuentagotas resulta siempre formidable y esta cantata ha sido raramente interpretada, por lo que su inclusión en el concierto fue doble motivo de alegría.
La cantata de Kuhnau comienza con un excelente coro homónimo, de inconfundible y solemne sabor navideño del barroco medio, a cinco voces, doblado entre los solistas y el coro de apoyo dispuestos simétricamente en el escenario y una orquesta generosa que Potter, como toda la noche, dirigía desde su puesto de alto en el coro, auxiliado por el concertino. El bello sonido de las trompetas (en la partitura original son trompas) impregna de majestad esta música. El tenor Thomas Hobbs, algo irregular toda la noche, interpretó el siguiente movimiento para dar paso al bello tercer movimiento, Uns ist in Kind geboren, con una versión algo madrigalística en su comienzo, por la forma de incorporarse los cantantes, sobre un rico tejido orquestal que es modulado por el sonido de las trompetas, con su ritmo y aceleraciones. También espléndido resultó el siguiente número, O Wundersohn, a cargo de la soprano Kristen Witmer con 2 flautas y bajo continuo, con una delicadeza extrema y un canto excelente de la solista. El recitativo Doch leuchtet in der Niedrigkeit dio paso al aria Kömmt, ihr Völker, cantada por el tenor, mientras que otro recitativo a cargo de Feuersinger nos condujo al número final, Zwingt die Saiten in Cythara, una pieza interpretada con las voces dispuestas de nuevo simétricamente en dos coros y con una riqueza orquestal deslumbrante, con alegría festiva y espléndida solemnidad.
La segunda parte comenzó con un motete a seis voces de Andreas Hammerschmidt, Machet die Tore weit, adaptado a un doble coro, y que, tras la antífona gregoriana Grates nunc omnes, dio ya paso al Magnificat de Bach, para el que se tomó, como ya pueden sospechar por el enfoque del concierto, la versión de 1723, BWV 243a, con 4 interpolaciones navideñas. Desde el comienzo el Magnificat sonó espléndido en el Auditorio con su majestuosa orquestación de cuerdas, las parejas de traversos y oboes, la percusión y las espectaculares 3 trompetas. En el aria Et exultavit, Kristen Witmer, soprano II, pasó por alguna dificultad en la respiración, los fraseos y un cierto exceso de vibrato, aunque es cierto que es un aria de una tesitura difícil. A continuación, la primera interpolación laudatoria navideña, Vom Himmel hoch, da komm ich her, fue interpretada por el quinteto coral con belleza y naturalidad.
En el aria Quia respexit humilitatem, Miriam Feursinger nos mostró sus inmensas cualidades y la adecuación de su bello timbre para la música barroca alemana, su proyección mejoró enormemente respecto a la primera parte, y su excelente técnica de canto, con ese control de la respiración en los fiatos, y su articulación en los fraseos fue realmente esplendida, de lo mejor del concierto. El acompañamiento del oboe fue también magnífico. Muy especial fue el carácter que Potter como director imprimió al coro Omnes generationes, al que dotó de gran sutilidad y detalle, con una versión llena de matices y serenidad frente a la habitual explosión que aquí se suele producir. En el aria siguiente para bajo, Quia fecit mihi magna, Macleod nos mostró su gran seguridad y dominio técnico habitual, con su potente voz capaz de dominar todo el registro, con su bello timbre y una naturalidad y expresividad pasmosas.
La segunda interpolación navideña, Freut euch und jubiliert, fue interpretada con una expresividad y delicadeza enternecedora y dio paso al Et misericordia, un número en dúo entre el alto y el tenor, con un diálogo muy equilibrado entre ambos cantantes pero donde Hobss mostró alguna inseguridad en la afinación frente a un espléndido Potter. La elección de los tiempos en el Fecit potentiam, con todo la orquesta y cantantes a pleno, fue también muy especial, con mucho carácter, acentuando los retardos y aceleraciones, y tuvo una brillante presencia de los tres trompetistas, como toda la noche, junto a un acertado uso de la percusión. El concertino Bojan Čičić estuvo impecable en la conducción desde su violín del aria Deposuit potentes, cantada por Hobbs, que esta vez estuvo mucho mejor aunque su timbre no es especialmente bello.
Sin duda, uno de los momentos más bellos de todo el concierto fue la interpretación del contratenor Alex Potter de una de las arias más intimistas del Magnificat de Bach, Esurientes implevit bonus, donde, acompañado por los dos traversos, nos mostró una impresionante técnica de respiración, con la permanencia de la vibración de la voz en el aire con una naturalidad extraordinaria, y con una línea de canto de gran expresividad, enternecedora y delicada. La soprano Miriam Feuersinger y el bajo Stephan Macleod construyeron un delicado dúo en la última interpolación, Virga Jesse floruit, una pieza de una ternura especial que dio paso a un magnífico Suscepit Israel a tres voces, cantado a dos voces por parte simétricamente, con un excelente oboe, un movimiento donde se extremaron las disonancias casi punzantes que contiene esta pieza.
La fuga Sicut locutus est fue interpretada inicialmente por los solistas Feursinger y Macleod antes de dar entrada al resto de las voces, para acentuar así el paso a un esplendoroso Gloria Patri final, una autentica apoteosis que nos transporta al Cielo y al que nuevamente Potter le dio una expresividad especial, acentuando la trasparencia a través de una marcada entrada de las voces por cuerdas, casi madrigalística, hasta que todos se unieron para abordar una espléndida sección final con toda la orquesta a pleno. De propina, y tras una breve y simpática alocución de Potter, nos ofrecieron un arreglo con el texto Von Himmel hoch de una pieza del Oratorio de Navidad de Bach. Un concierto espléndido que nos ofreció una magnifica entrada a la Navidad.
Manuel de Lara
(fotos: Elvira Megías)