MADRID / Al anochecer, Pablo González y tres sublimes minutos de Anna Lapkovskaya

Madrid. Teatro Monumental. 28-IV-2023. Orquesta Sinfónica y Coro RTVE; Jacquelyn Wagner, soprano; Anna Lapkovskaya, contralto. Pablo González, director. Obras de Richard Strauss y Sergei Prokofiev.
Anoche se celebró el penúltimo concierto de Pablo González en el Teatro Monumental como titular de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE (OCRTVE), y ¡qué nivel! En el programa había dos obras de otros tantos compositores con los que el maestro González se desenvuelve como un delfín en el mar: las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss y Alexander Nevsky de Sergei Prokofiev. La solista elegida para la obra de Strauss fue la soprano estadounidense Jacquelyn Wagner; para la de Prokofiev, la contralto bielorrusa —aunque formada en Munich— Anna Lapkovskaja.
Richard Strauss compuso las Cuatro últimas canciones en 1948, justo diez años después del Alexander Nevski de Prokofiev y ya terminada la Segunda Guerra Mundial. A Strauss apenas le quedaba un año de vida. Cuatro canciones, cuatro joyas: Primavera, Septiembre, Al ir a dormir y Al anochecer. La voz de Jacquelyn Wagner posee un bello timbre y es lírica y potente en los agudos, aunque tal vez le faltó anoche un poco de cuerpo y proyección en el registro grave. La orquesta la acompañó con exquisitez en todo momento. Cabe destacar el precioso solo de trompa de José Vicente Puertos en Septiembre y el del concertino Miguel Borrego en Al ir al domir. La interpretación de Jacqueline Wagner fue estupenda, especialmente en la última —la única basada en un poema de Joseph von Eichendorff; las otras tres son poemas de Hermann Hesse—, porque se la vio visiblemente emocionada mientras la música se iba extinguiendo en un conmovedor pianissimo, como para reconciliarse serenamente con la muerte después de la vida. El público correspondió con un cerrado aplauso, aunque solo después de unos segundos de silencio. ¡A ver quién se atrevía a romperlo después de tanta belleza!
Tras el descanso llegó la música que Prokofiev compuso para la película homónima de Sergei Eisenstein de 1938. Un año más tarde, elaboró la cantata que hoy conocemos como Alexander Nevski op. 78. El texto, firmado por el poeta constructivista Vladimir Lugovskoy (“Levántate, pueblo ruso” …) es puro patrioterismo soviético. Analizado en el contexto de la Europa de 2023, resulta tan anacrónico como controvertido. Por suerte, la mayoría del público no entiende el idioma y, por consiguiente, se queda con la música, una música épica, dramática, majestuosa, emocionante y conmovedora.
La dirección de Pablo González -delfín en el mar- fue espectacular. En el gesto de sus manos y en el movimiento de su batuta se desvela el arte tético y anacrúsico; quiere uno decir con esto que González maneja la agógica con asombrosa maestría. La cantata de Prokofiev se divide en siete números con un claro protagonista: el coro. Ya venimos diciendo en los últimos tiempos que la calidad de las interpretaciones del Coro RTVE va in crescendo. Anoche lo volvieron a demostrar. ¡Qué poderío! Y, si bien los maestros del coro fueron los protagonistas, no es menos cierto que tal protagonismo pasó a un segundo plano en el momento en que Anna Lapkovskaja cantó el aria El campo de los muertos. Fueron apenas tres minutos, pero tres minutos para el recuerdo en los que la contralto exhibió una voz bella, potente y magníficamente proyectada. Pese a tratarse, al parecer, de la primera vez que afrontaba esta obra, Lapkovskaja se metió al público en el bolsillo. Por su parte, la orquesta y el coro tuvieron momentos soberbios, como ese paulatino crescendo de La batalla sobre el hielo que Pablo González supo construir con verdadera maestría. Magníficas las secciones de percusión y de cuerda. No puede uno tampoco dejar de mencionar las intervenciones de Ana Ruiz al oboe en Rusia bajo el yugo mongol —¡pero qué bien toca esta señora!—, así como las de Carlos Alonso al corno inglés y Chimo Vicedo al trombón y, por último, la del trompetista Francisco de Borja Antón —¡pluscuamperfecto fiato y tremendos sobreagudos!— en varios pasajes. Tras el apoteósico final, el público prorrumpió en una gran ovación. Muy aplaudidos el coro y su director, Marco Antonio García de Paz, Anna Lapkovskaja con esos tres sublimes minutos de gloria y, por supuesto, el maestro González al frente de una orquesta que lo dio todo y más.
Michael Thallium