Madame Flora, la estafa perpetua (‘La médium’ de Menotti, en Zagreb)
Zagreb. Sala de Conciertos Vatroslav Lisinki. 9-XII-2021. Menotti, The Medium. Dubravka Šeparović Mušović (Flora). Ivana Lazar (Monika), Margareta Matišić (Madam Nolan), Tamara Franetović Felbinger (Madam Gobineau). Ozren Bilušić (Mister Gobineau), Leonard Lampert (Toby). Orquesta del Teatro Nacional de Croacia. Director musical: Josip Šego. Directora de escena: Caterina Panti Liberovici. Escenografía: Roberto Boldini. Figurines: Alessandra Garanzini. Luces: Chiara Lussignoli.
Traemos noticia de un teatro poco visitado por la información operística. Una sala pequeña, una ópera de cámara de apenas una hora, un escenario con escaso fondo, una puesta en escena limitada en medios… y un espectáculo digno de verse. Lo vemos gracias a Eurovision.
En estos días ha sido noticia la condena de una vidente que, al parecer, se aprovechaba de la candidez y desamparo de una mujer. De eso trata La médium, ópera de Gian Carlo Menotti, en la que Madame Flora persuade a clientes igual de ingenuos y atormentados de que pueden ver o comunicarse con los seres queridos que se les han muerto. La vidente de la noticia, la que realmente existe, vaticinó que la pobre mujer iba a morir, y añadía que también morirían sus perros. No me hago cargo de la cuestión de los perros, pero puedo entender la estafa a esa dama abrumada, hundida. Vas a morir, suelta los cuartos. Caramba, eso es muy cruel, por mucho que resulte provechoso. Pero “el secreto del arte, de nuestro arte, es la crueldad”, decía uno de los personajes de Michel de Ghelderode. Ahora bien, para conseguir algo así es precisa la asociación de cómplices. Como los de Madame Flora en La médium. Pero ésta no se valía más que de su hija y un pobrecito chaval al que no le era posible hablar. En cambio, la vidente de la noticia contaba con un cura. Un falso cura. Pero, ya ven ustedes, ahí ya estamos en otro tipo de estafa. Recordamos la película Il bidone, donde el estafador en jefe se presenta ante aquellos pobres campesinos, ávidos y víctimas propiciatorias en su necesidad urgente, nada menos que vestido de prelado del Vaticano, con un automóvil con matrícula de la Santa Sede. Eso es un golpe, mientras que lo de la vidente se queda solo en abuso.
En la noticia reciente la víctima no era ávida, como los campesinos a los que se podía engañar; solo tenía codicia de amparo, de paz, y de eso se aprovechaban la vidente, el falso cura y algún que otro listillo. Todo ello leído en la prensa, incluso había fotos de la mujer que se atribuía poderes, qué vergüenza. Al menos, las que yo vi eran con mascarilla. Sí, de eso se aprovecha la protagonista de La médium. Solo que en la ópera, de repente, la médium empieza a ser presa de su propia mentira, y siente que en el momento del “trance”, en la oscuridad, alguien le ha tocado el cuello, y oye voces. La primera parte diseña el dominio familiar tiránico de Madame Flora, la afición al canto popular de Mónica, la visita de los pobres incautos, su creencia, la sesión espiritista. Y la crisis.
La segunda parte es un itinerario hacia la tragedia. Madame Flora quiere saber si alguien la ha tocado de veras, si hay voces, si no la están engañando. Mónica canta y canta, coquetea con Toby y su afasia. Flora desarrolla un impresionante monólogo. Los clientes-victimas regresan, quieren ser engañados, no aceptan la confesión de Madame Flora sobre sus mentiras. La muerte de Toby es el sacrificio del cordero, el que asume los pecados de la familia.
En alguna ocasión escribí que The Medium es una ópera del siglo XX con mucha mayor fortuna. Gusta tanto que ha sido menospreciada, en especial por aquel grupo generacional que fue impotente a la hora de componer ópera… hasta muy/muy tarde, y no todos. El libreto es bueno y la música es adecuada, drama o lirismo según el momento; orquestación leve de un pequeño conjunto a menudo mini-camerístico, protagonismo de la voz por imposición de la línea (la voz es la base de esta ópera, más que el acompañamiento), escasos personajes, apenas una hora de duración. Hay varias referencias; una en un viejo film en blanco y negro, con Marie Powers, una adaptación con añadidos. Durante mucho tiempo, Powers fue la Madame Flora, la médium por antonomasia.
Es muy interesante ver la fantasmagoría que recrea en Zagreb la directora italiana Caterina Panti Liberovici. Es interesante ver que algunos teatros que podrían considerarse periféricos permiten ver en abierto (Eurovision) funciones de interés, como ésta. Buenas voces, en especial Šeparović Mušović y Lazar, aceptables actuaciones (esta ópera necesita actores, no solo cantantes) y recreación camerística, intimista, de una obra que requiere escasos elementos, pero que estén bien administrados. La dirección puntillista de Josip Šego crea atmósferas muy exactas cuando las voces no son protagonistas.
Y cada vez que vemos The Medium nos preguntamos: ¿y si esto no fuera una ópera verista, como a menudo nos dicen, sino una alegoría de la estafa perpetua hoy vigente? ¿Una estafa que nos gusta y nos permite seguir vivos e ilusos? No demos detalles, no hace falta; además, correríamos peligro de moralismo. Pónganse, simplemente, en la piel de las víctimas que visitan a Madame Flora, Mrs. Nolan, los Gobineau. O en la piel de la propia Madame Flora, víctima de símisma; en la de la joven Mónica, sometida, en la del pobre Toby, chivo expiatorio.
Pueden ver esta pequeña joya (pequeña por la duración) hasta junio próximo:
Santiago Martín Bermúdez
(Fotos: Teatro Nacional de Croacia)