Los estudios del ‘pichón melancólico’

György Ligeti:
The 13 Etudes. Danny Driver, piano / Hyperion
Entre los compositores de la vanguardia de posguerra, Ligeti es hoy en día, y de lejos, el más interpretado. Uno puede ver transcurrir el año entero sin escuchar una sola nota de Boulez o Stockhausen, pero Ligeti -que murió antes que los otros dos, en 2006- está de alguna manera más fresco en la mente. Su ópera Le grand macabre está prácticamente pensada para la televisión, con sus dosis de comedia anárquica posmoderna, y su concierto para violín es ya un clásico contemporáneo en su regreso a Bartók.
Sus estudios para piano, escritos en los años ochenta y noventa del siglo pasado, cuando Ligeti había caído en desgracia entre los vanguardistas más ortodoxos, son diabólicamente difíciles de tocar e irresistiblemente fáciles de escuchar. Aparte de Bartók, la influencia principal es Debussy, con sus delicadas filigranas y sus ocasionales estallidos de irritación. Ligeti describe algunos de sus sonidos como ‘falso gamelán’, pero es posible que estuviese bromeando. La pieza que más me gusta es la que él llama ‘pichón melancólico’. Sé exactamente a qué se refiere: se trata de la expresión que lucía Ligeti cada vez que me encontré con él (aunque jamás permanecía sombrío durante mucho tiempo).
El pianista británico Danny Driver capta los cambios de humor ligetianos con asombrosa intuición, intercalando los plinks del gamelán con los martillos de Boulez, y aun así conservando hasta el final un espíritu absolutamente ligetiano. Si alguien quiere saber aquello de lo que realmente es capaz un piano, no tiene más que acercarse a este absorbente universo sonoro.
Norman Lebrecht