LILLE / Emmanuelle Haïm, excelente en el chocante ‘Don Giovanni’ de Guy Cassier

Lille (Hauts-de-France). Opéra de Lille. 10-X-2023. Timothy Murray, James Platt, Emöke Barath, Eric Ferring, Chiara Skerath, Vladyslav Bulalskyi, Sergio Villegas Galvain, Marie Lys. Coro de la Opera de Lille. Le Concert d’Astrée. Dirección musical: Emmanuelle Haïm. Puesta en escena: Guy Cassiers. Mozart: Don Giovanni.
Como primera producción de la nueva temporada del centenario de la Ópera de Lille, que es la vigésima de su directora Caroline Sonrier al frente, el Don Giovanni de Mozart se distingue por la dirección enérgica, dramática, bien medida de Emmanuelle Haim y por la energía de su grupo, Le Concert d’Astrée. No hay ni un segundo en que ceda la tensión, incluida la puesta en escena a pesar de su estética de hemoglobina…
Todo un siglo de vida de la Ópera de Lille es algo que no se hace sin tropiezos, así que ha conocido muchas vicisitudes. Y es gracias a la excelente política de su directora, Carolina Sonrier, por lo que las dos últimas décadas han llevado la Ópera de la capital de Flandes a la cima de jerarquía de los teatros líricos franceses, a menos de una hora de la Ópera de París, al sur; y del Teatro de la Monnaie de Bruselas, al norte. Caroline Sonrier es mujer de ideas y de rigurosa gestión, así que poseía todas las cualidades y competencias para convertirse en la primera mujer al frente de la Ópera de París, pero los poderes públicos, lástima, no la tuvieron en cuenta… Administrando al máximo los medios que se ponían a su disposición, ha ganado la apuesta de hacer de la institución lírica del norte una de las más innovadoras y prósperas de Francia, aportando muchos estrenos de obras líricas contemporáneas con un equipo artístico reducido, sin orquesta ni ballet, pero asignando en residencia diversos conjuntos de gran calidad, según sus especialidades, desde Le Concert d’Astrée de Emmanuelle Haïm hasta el Ensemble Ictus de Bélgica, para obras contemporáneas, o el conjunto Le Banquet y la Orquesta Nacional de Lille…
El concepto de Guy Cassier para el Don Giovanni de Mozart es de lo más chocante. El director de escena belga sitúa la acción, de forma inesperada, en un matadero, con alguna que otra escena de orgía alrededor de las osamentas de animales desollados, con proyecciones en primer plano de montones sanguinolentos de carne, más o menos abstractas y en movimiento, realizadas por los videastas Frederik Jassogne y Bram Delafonteyne; hasta el final, en que una vez saciado de carne tanto humana como animal, el cuerpo hecho trizas del Burlador se hunde poco más o menos que en una vagina atiborrada de hemoglobina, como si el vil seductor regresara allá de donde venía…
La dirección de actores de Guy Cassiers es algo inferior a la visión teatral y dinámica de Emmanuelle Haîm. Aunque es cierto que los protagonistas no parecen entrar escénicamente del todo en sus papeles, sí que están bien en su sitio vocalmente. Con una voz más o menos falta de aliento y de graves, el barítono estadounidense Timothy Murray despliega un Don Giovanni elegante y seductor, frente a la visión brutal y bárbara que dibuja el director de escena.
Con su voz colorida y carnal, el bajo ucraniano Vladyslav Buialsskyl es un Leporello sagaz, que alterna con brillantez el carácter poliforme del criado, lo mismo abúlico que socarrón, insolente o fatuo. El tenor estadounidense Eric Farring, al principio víctima timorata, se distingue en sus dos arias como Don Ottavio con auténtica distinción. El Masetto del barítono franco-mejicano Sergio Villegas Galvain, voz potente y sombría, en lo escénico aparece un tanto perdido. El bajo británico James Platt, cantando siempre cara al público, es un impactante Comendador.
A la cabeza del trío femenino está la soprano húngaro Emöke Barath, que a pesar de una interpretación un tanto forzada, es una Donna Anna de voz sólida y picante, adecuada para expresar tanto la ternura emocionada como la furia estridente. La soprano suiza Chiara Skerath es una Donna Elvira tanto vindicativa como generosa, perdida entre su ira por ser engañada y su esperanza de redimir a Giovanni. Su timbre es tan rico que es voz excelente en la expresión de lo cambiante de sus sentimientos. La soprano del Vaud Marie Lys despliega con su voz dulce una Zerlina juiciosamente peleona, autoritaria y mezquina. El Coro de la Ópera de Lille brilla en su homogeneidad y su energía sin reservas por la cantidad de personajes que el director escena le obliga a interpretar, desde carniceros a matarifes, incluso participan con despiadada crueldad en el banquete final.
Bruno Serrou
(fotos: Simon Gosselin)