LIEJA / Unos ‘Cuentos de Hoffmann’ con soberbias voces
Lieja. Ópera Real de Valonia. 21-XI-2023. Arturo Chacon-Cruz, Jessica Pratt, Erwin Schrott, Julie Boulianne, Luca Dall’Amico, Vincent Ordonneau, Samuel Namotte, Valentin Thill, Julie Bailly, Roger Joakim, Jonathan Vork. Coro e Orquestra de l’Opéra Royal de Walllonie. Director musical: Giampaolo Bisanti. Director de escena: Stefano Poda. Offenbach: Les Contes d’Hoffmann.
Coproducida con las Óperas de Lausana y Tel Aviv, Los cuentos de Hoffmann llega por fin a la Ópera Real de Valonia con dirección escénica de Stefano Poda. El demiurgo italiano es también responsable de los decorados, el vestuario y la iluminación. Su escenografía es un inmenso gabinete de curiosidades, que describe como “el esfuerzo de Hoffmann por reunir todas las piezas de su vida, por comprender, a través del arte, el sentido, el secreto, el misterio”. En medio de la impresionante escenografía (que representa un gabinete de curiosidades) se inserta una rueda que, según el acto, adquiere diferentes aspectos. El primero es el dormitorio de Hoffmann, que pronto empieza a girar, obligando al cantante a dar vueltas como un hámster enjaulado. Toma la forma de un 78 rpm gigante durante el acto de Antonia, y se convierte en una ruleta durante el de Giulietta. En el escenario, las tres heroínas se multiplican y se encierran en vitrinas: Stefano Poda acentúa el carácter oscuro, pesimista pero apasionado de la ópera de Offenbach, sin traicionar el espíritu del compositor. En concreto, destaca los lados ocultos de la obra, los que se esconden bajo la belleza aparente de la música, la inspiración constante de un compositor envejecido, casi desilusionado, pero todavía poderosamente creativo.
En el papel principal, el tenor mexicano Arturo Chacón-Cruz (en lugar de Celso Albelo, como se había anunciado inicialmente) ofrece una interpretación brillante, demostrando que ha trabajado mucho en el papel (que interpretó en Berlín el pasado mes de enero). Incluso añadió notas altas en la famosa aria de Kleinzach, y salió indemne del acto de Giulietta, plagado de escollos para el tenor. Con una dicción (casi) perfecta que hace superflua la lectura de los subtítulos, su inconfundible timbre, la flexibilidad de su entrega y la belleza de su línea de canto, es sin duda un Hoffmann de primera clase.
En cuanto a la soberbia soprano australiana Jessica Pratt, cuadra el círculo y consigue la proeza de interpretar los cuatro papeles femeninos: se despreocupa de los agudos estratosféricos de Olympia, infunde a Antonia toda la energía amorosa que requiere el personaje y, por último, posee unos medios graves suficientemente ricos para hacer justicia a Giuletta. Otro triunfo de la noche fue para el bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott, que se consagró como uno de los cuatro villanos, componiendo todos sus personajes con sutileza y fuerza. No podemos sino admirar la potencia y profundidad de su voz, y la magnética presencia por la que siempre es aclamado.
El Nicklausse de la mezzo quebequesa Julie Boulianne roza el ideal, con su timbre cálido, su hermosa redondez en los registros medios y graves, y sus potentes agudos. Los cuatro criados del veterano Vincent Ordonneau suscitan el mismo entusiasmo, y sus dotes innatas de actor van de la mano de un perfecto rigor estilístico. Por último, los papeles secundarios están perfectamente repartidos, pero destaca el superlativo Spallanzani de la joven promesa francesa Valentin Thill.
Al frente de la Orquesta Real de Valonia, de la que es director musical, el director italiano Giampaolo Bisanti conquista a todos con su brillante versión del testamento del compositor. Bajo su batuta, la falange belga hace gala de una flexibilidad y una claridad de texturas admirables. Los tempi son más bien rápidos, pero hábiles pausas interrumpen juiciosamente la interpretación para dar de repente mayor peso a los momentos cruciales del drama. Sintetizando con facilidad esta partitura heterogénea, Bisanti consigue hacer brillar cada detalle de la instrumentación, al tiempo que lleva a buen puerto esta obra sobre la debilidad humana, en la que el humor y la poesía se alternan felizmente.
Emmanuel Andrieu
(fotos: Jonathan Berger)