Leonardo García Alarcón

Leonardo García Alarcón no deja nunca de sorprender. El infatigable director argentino nos tiene acostumbrados a rescatar nombres de compositores olvidados (Falvetti, Rubino, Capuana, Zamponi, Giorgi…) o a reivindicar músicos magníficos e infravalorados (Cavalli), sin descuidar a las grandes figuras como Mozart, Haendel, Bach, Scarlatti y el que posiblemente sea su autor de cabecera: Monteverdi. Aunque cada nueva entrega suya sigue derroteros poco convencionales, ni sus más fieles seguidores podían imaginar que su último disco estaría dedicado a Serrat. Sí, han leído bien: Joan Manuel Serrat, el cantautor. No un oscuro homónimo recuperado de las brumas de la historia. En De vez en cuando la vida (Alpha), García Alarcón ha escogido cinco canciones de entre las más conocidas del cantautor catalán y las ha arropado con las sonoridades antiguas de su Cappella Mediterranea y con piezas principalmente barrocas para hilar un sugerente diálogo entre pasado y presente.
(…) Los arreglos de las canciones de Serrat los interpreta su conjunto Cappella Mediterranea con instrumentos antiguos.
Es algo que quise hacer en este homenaje a Serrat. Nos hemos dado un gusto muy grande al poder hacer el Romance de Curro “el Palmo” y juntarlo con los romances del siglo XVI, interpretar De vez en cuando la vida con instrumentos antiguos, introducir en Aquellas pequeñas cosas laúdes y viola da gamba, o utilizar cornetos y flautas. Tratamos de hacer creer que Serrat también puede venir del siglo XVII.
¿Lo ha hablado con Serrat?
Sí. Una vez que estaba dirigiendo en la Ópera de París y tuve la sorpresa de que Serrat me llamó. Hablamos y le pedí autorización para hacer el disco. Le comenté lo que queríamos hacer. Mi orquesta es una orquesta dedicada sobre todo a la música barroca y yo quería compartir con mis amigos de Francia, Alemania, Holanda, Bélgica lo que para mí era Serrat, porque ellos no lo conocían. Entonces decidimos hacerlo con instrumentos antiguos. Todos los arreglos de Quito Gato, el laudista de Cappella Mediterranea, van precisamente en este sentido: poder ubicar a Serrat en el siglo XVII, con las sonoridades y armonías de aquella época, con otro tipo de desarrollo. Por supuesto hemos mantenido alguna melodía y algunas invenciones originales de su arreglista, Ricardo Miralles, porque son indisociables de la música de Serrat hoy en día.
Además de los romances, ¿qué otras piezas del pasado ha elegido para dialogar con las canciones de Serrat?
Las hemos querido poner en contacto con músicas de Cabanilles (Mortales que amáis), Francisco Valls (Esta vez, Cupidillo) y hasta una pieza de la Música callada de Mompou transcrita para arpa. Hemos querido rodearlas de música catalana antigua, incluidas algunas canciones populares. (…)
Una de las canciones de Serrat que ha escogido es Mediterráneo. El Mediterráneo impregna gran parte de su repertorio y está presente en el propio nombre de su grupo. ¿Qué representa el Mediterráneo para usted?
La riqueza de la diversidad. La cultura árabe, la cultura judía, lo que dio Grecia, Italia, lo que fue España, esa mezcla de culturas generó muchas guerras, pero también creó muchísima riqueza. Es el legado que el Mediterráneo dio a la humanidad, la cuna de la cultura occidental. Hoy en día, el Mediterráneo se está convirtiendo en un cementerio. Su situación actual nos hace reflexionar sobre lo que son las fronteras, las desigualdades en el mundo, la manera en que el mundo globalizado debería repensar la distribución de la riqueza. En este momento, el Mediterráneo puede ser un punto de apertura de conciencia sobre cuál va a ser el futuro de la humanidad. Por eso, significa muchísimas cosas. La canción de Serrat recuerda lo que puede significar para él, pero el Mediterráneo va mucho más allá. Quiero remarcar sobre todo la importancia de la diversidad. Tendría que volver a ser un mundo sin fronteras. (…)
Stefano Russomanno
(Extracto de la entrevista publicada en el nº 345 de Scherzo, de noviembre de 2018)