LEIPZIG / Christophe Rousset triunfa en el gran santuario bachiano


Leipzig. Iglesia de Santo Tomás. 11-VI-2022. Bach-Fest. Rachel Redmond, Hagar Sharvit, William Knigth y Kresimir Strazanac. Vocalconsort Berlin. Les Talens Lyriques. Director: Christophe Rousset. Bach-Familiekonzert Hamburg 1786: obras de J.S. Bach, Haendel y C.P.E. Bach.
Uno de los platos fuertes de la presente edición del Bach-Fest de Leipzig era la recreación del concierto ofrecido el 5 de abril de 1786 en Hamburgo por Carl Philipp Emanuel Bach, en la que fue su última aparición en público. El más aventajado vástago del Kantor de Leipzig seleccionó para aquel evento, que tenía fines benéficos (la recaudación se destinaba al Medicinisches Armen-Institut, organismo que cuidaba de enfermos sin recursos), varias obras corales suyas, pero también alguna de su progenitor y del que, junto a este, había sido la gran figura musical de la Europa en las décadas precedentes: Georg Friedrich Haendel.
La evocación de aquel concierto, considerado por muchos como uno de los más importantes del siglo XVIII (al menos, de los que acogieron a público de pago), tuvo el mejor escenario posible: la Thomaskirche de Leipzig, en la que Johann Sebastian Bach estrenó alguna de sus mejores obras. Y decir algunas de las mejores obras de Bach equivale a decir algunas de las mejores obras de la historia. Realmente, se me ocurren pocos lugares en el mundo tan estrechamente vinculados con la música como esta iglesia, aunque solo sea porque fue aquí donde sonó por primera vez La Pasión según San Mateo.
Las obras ajenas seleccionadas por Carl Philipp fueron un extracto de la Misa en Si menor de su padre (en concreto, todo el Symbolum Nicenum, con ese Et resurrexit que pone la carne de gallina a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad) y dos fragmentos del Mesías haendeliano: el inevitable Aleluya y la que, en mi modesta opinión, es el aria más bella del más célebre oratorio de todos los tiempos: I know that my Redeemer liveth (coro y aria cantados en esta ocasión en inglés, aunque lo más probable que en aquel concierto hamburgués de 1786 fueran interpretados en lengua alemana). Junto a ellas, Carl Philipp añadió varios títulos propios: el Einteitung zun Credo para cuerdas y bajo continuo, la Sinfonía Wq 183/1, el grandioso Magnificat Wq 215 y el bellísimo, y muy poco frecuentado, Heilig Wq 217.
‘Hacía’ de Carl Philipp Emanuel Bach en esta ocasión Christophe Rousset, al frente de sus huestes orquestales de Les Talens Lyriques y del Vocalconsort Berlin. Como solistas, la soprano británica Rachel Redmond, la contralto israelí Hagar Sharvit, el tenor también británico William Knight y el bajo croata Kresimir Strazanac, que estuvieron, digámoslo sin más dilación, espléndidos (en especial Stazanac).
Vaya antes que nada una pequeña, pero necesaria, consideración: la acústica de la Thomaskirche no es, paradójicamente, la más indicada para hacer música. Sus grandes proporciones y su considerable altura le confieren una sonoridad demasiado reverberante, aunque parece ser que esa reverberación no era tan acusada en tiempos de Bach. En consecuencia, suena mejor aquí una voz solista que un coro. A la dificultad en la escucha contribuye también el hecho de que los músicos no se sitúen en el altar, como es habitual en nuestros días, sino en el coro, es decir, en un lugar elevado. Aun así, el sonido desplegado por solistas, coro y orquesta fue más que aceptable, y se pudieron apreciar con absoluta nitidez, por ejemplo, todos los matices de los vientos, especialmente en las varias y siempre peliagudas partes de las trompetas, donde brilló, como era de esperar, ese genio llamado Jean-François Madeuf, al que acompañaron Jérôme Princé y Joël Lahens (los tres, por supuesto, con trompetas naturales y sin recurrir a los consabidos agujeritos tramposos).
A pesar de la amplitud del orgánico (9 violines, 3 violas, 3 violonchelos, contrabajo, 2 traversos, 2 oboes/oboes d’amore, 3 trompetas, timbales, fagot y bajo continuo), el empaste de la orquesta fue asombroso. Brilló, asimismo, a gran altura el Vocalconsort Berlin (6 sopranos, 3 altos, 3 tenores y 3 bajos), perfecto conocedor del repertorio barroco. Pese a ser el primer encuentro entre ambas formaciones, pareciera como si llevaran toda la vida tocando juntos.
Fue, en suma, un acontecimiento memorable, vivido con verdadero fervor por un público sabio y respetuoso (ni un solo ruido durante las casi dos horas de concierto), que sabía que estaba asistiendo a un hecho musical de los que dejan huella profunda durante largo tiempo.
Eduardo Torrico
(Fotos: Bach-Fest Leipzig)