La ‘Sonata Kreutzer’, convertida en ‘Concierto Kreutzer’
THE KREUTZER PROJECT: Beethoven: Sonata Kreutzer (oquestada para violín y orquesta de cámara); Janácek: Cuarteto de cuerda ‘Sonata a Kreutzer’ (versión para orquesta de cámara); Anna Clyne: Shorthands; Colin Jacobsen: Kreutzings / Colin Jacobsen, violín. The Knights. Dir.: Eric Jacobsen / AVIE
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La Sonata Kreutzer de Beethoven era más larga y más compleja que cualquier concierto escrito en su época. Inspiró un célebre relato de Lev Tolstoi y un cuarteto de cuerda de Leos Janácek, pilares ambos de la cultura occidental, así como ventanas abiertas a la psicología humana. De modo que la idea de sustituir al pianista de la sonata para violín y piano por una orquesta de cámara y tocar los cuarenta minutos como si se tratara de un concierto con todas las de la ley no es irreverente, ni irrelevante, ni técnicamente imposible. Sobre el papel, debería funcionar.
El intento de Colin Jacobsen junto a The Knights, una orquesta de cámara de Nueva York, me parece honorable en su intención y en absoluto antimusical. En este álbum se combina con una orquestación menos convincente del cuarteto de Janácek y una nueva y sintética obra de la compositora inglesa afincada en Nueva York Anna Clyne, una pieza que toma su título –Shorthand– del famoso aunque insignificante epigrama de Tolstoi: “La música es la taquigrafía de la emoción”. La pieza de Clyne, que deposita gran parte de su peso en las cuerdas graves, es rica en gestos elgarianos y exhibe una melodía klezmeroide que parece extraída de El violinista en el tejado; se trata de la única pista del disco que realmente me ha gustado.
La lectura por parte de The Knights de la Sonata Kreuzter (aquí llamada ‘Kreutzer Concerto’) se ve apisonada por el exceso de instrumentación y carece de la elegancia necesaria para vestir una pieza de cámara clásica con un pesado abrigo. Tal vez un conjunto vienés hubiera aportado algo más de distinción. The Knights suenan más atrevidos en la obra de Janácek, aunque al final la cosa sigue sin convencerme. El objetivo del cuarteto de Janácek es transmitir la intimidad de una relación amorosa ilícita y no consumada. Es muy difícil mantener una cita amorosa clandestina con veinte músicos sonando a tu lado.
Aún menos atractiva es la composición de Colin Jacobsen Kreutzings, una especie de síntesis del propio álbum que recurre a fusiones de estilo barroco y raspaduras tipo Kurtag.
La idea de este programa era seria, creíble e inteligente. ¿Cómo ha podido salir tan mal?
Norman Lebrecht
