¡La que has liado, Arcangelo!

Pocas obras en la historia de la música han tenido la importancia, por lo que mucho que influyeron en casi todos los compositores de aquella época, como las Sonatas op. V de Arcangelo Corelli. Esa influencia no solo fue enorme entre sus contemporáneos, sino también en buena parte de las generaciones posteriores. Publicadas el 1 de enero 1700, estas doce sonatas alcanzaron medio centenar de reediciones. Numerosos colegas del músico de Fusignano no solo se limitaron a imitarlas, sino que también realizaron arreglos o les añadieron sus propias ornamentaciones.
Pensábamos que sobre influencia de Corelli estaba ya casi todo dicho cuando, de repente, nos topamos con un nombre completamente desconocido: Angelo Michele Besseghi (no figura ni siquiera en el Grove), del que me atrevo a decir desde ya que fue el mejor epígono de Corelli. Nacido en 1670, algunas de las pocas fuentes biográficas que hay sobre él aseguran que lo hizo en Bolonia (curiosamente, el mismo año en que Corelli pasa a ser miembro de la Accademia Filarmonica bolognese). Pero otras fuentes dicen que Besseghi (al que a veces se menciona como “Bézégui”) pudo haber nacido en Roma o, incluso, en Nápoles. Se ignora si hubo algún tipo de relación entre Corelli o Besseghi, pero no sería descabellado pensar que la hubo.
Besseghi, que además de compositor fue también un extraordinario violinista, únicamente publicó dos obras en su vida: 12 Sonate a violino solo col violone o cembalo, op. 1 (editadas en Ámsterdam por los famosos Estienne Roger y Michel Charles Le Cene en el año 1710; en el frontispicio de la partitura figuran estas palabras “Angelo Michele Besseghi Bolognese”) y unas Piezas choisies et très brillantes pur le clavecin ou l’orgue, op. 4 (editadas por Madame Boivin en París, en 1743; en esta ocasión, la editora se refiere a él como “Ange Michel Bézégui, romain”). Para acabar de complicar más las cosas, una pequeña biografía aparecida en 1780 recuerda a Besseghi como “Michele Angello, napoletano”). El compositor Giuseppe Antonio Vincenzo Aldrovandini le alude igualmente, para atribuirle una colección de obras vocales datada en 1724 (de la que no se tiene noticia hoy día) y para devolverle su nacencia boloñesa, aunque transformándole el apellido: “Besechi”.
La única certeza sobre la trayectoria vital de Besseghi es que fue contratado como chef de la musique por Luis Fagon, consejero de Estado, miembro del Consejo Real e intendente de Finanzas de Luis XIV. Fagon, que había nacido en el Palacio de Versalles en 1680, era hijo de Guy-Crescent Fagon, doctor en Medicina y botánico, que desde 1693 y hasta la muerte de este, en 1715, ejerció de médico personal del Rey Sol. Pero de nuevo nos topamos aquí contradicciones: algunas fuentes mencionan que la llegada de Besseghi a París se produjo en 1684 (lo cual resulta poco fiable, pues tendría solo 14 años) y otras indican que fue en 1734. Estando al servicio de Fagon, Besseghi sufrió una caída cuando montaba a caballo y se rompió el brazo izquierdo. Nunca llegó a recuperarse, por lo que tuvo que dejar de tocar el violín, aunque su patrón le buscó otras ocupaciones, manteniéndole el salario convenido. Se sabe que Besseghi era dueño de un fastuoso violín Guarneri, que, tras su incapacidad, acabó regalándose a un buen amigo suyo, el señor de Saint-Saire, violinista de la marquesa de la Mézangère (conocida en el ámbito musical por haber sido mecenas del clavecinista Simon Simon). Murió en París en una fecha no datada de 1744, aunque se sabe que esta fue posterior a la del fallecimiento de Fagon, acaecido el 8 de mayo de ese mismo año.
La calidad de las doce sonatas de Besseghi es extraordinaria. Debo confesar que sucumbí a ellas con las primeras notas, al punto de escuchar hasta tres veces seguidas, sin parar, este doble álbum, en una interpretación más que aceptable del ensemble italiano Opera Qvinta (el violinista Fabrizio Longo, la violagambista Rosita Ippolito, el laudista Fabiano Merlante y la clavecinista Valeria Montanari, quien, como su propio apellido delata, es hermana del excepcional director, violinista y pianista Stefano Montanari). Es tan buena esta música de Besseghi que podría pasar perfectamente por música de Corelli. Lo increíble que es que haya transcurrido tanto tiempo hasta que alguien se haya fijado en este compositor.
A medida que aumentan nuestros conocimientos de Corelli y, sobre todo, de la influencia que ejerció en toda la música del siglo, solamente cabe una exclamación: “¡La que has liado, Arcangelo”!
Eduardo Torrico