La Ópera Estatal de Baviera devuelve al melómano sus ruidos de cada día
Una de las escasas ventajas que se atribuyen a la ausencia de público en época de pandemia es la desaparición de aquellos ruidos que acompañan, a modo de fastidiosa banda sonora, la realización de cualquier concierto o función. No obstante, también las imperfecciones y los sonidos molestos contribuyen a conformar el marco mental y ambiental de aquella que llamamos la “actuación en vivo”. Así, paradójicamente, puede que nos termine estorbando la ausencia de elementos incómodos, sin los cuales la realidad del concierto corre el riesgo de parecer fría, un producto de laboratorio.
Eso debe pensar la Ópera Estatal de Baviera. Para hacer más auténticas sus retransmisiones en streaming, el coliseo muniqués incluye en su página web una serie de opciones sonoras que el usuario tiene la posibilidad de añadir para dar un toque más verídico a la experiencia.
Se pueden insertar aplausos, bravos e incluso abucheos. Hasta aquí no hay nada que llame demasiado la atención. Pero la “Soundmaschine” de la Ópera de Múnich abarca un ramillete de opciones realmente curioso. Se pueden incluir ruidos de caramelos, toses, portazos, alarmas de móviles, un ¡psst! (en doble versión breve y larga) para silenciar al vecino molesto, y así por el estilo.
Es bueno saber que la tecnología también nos permite recuperar tantos malos hábitos que solemos deplorar hasta que los echamos de menos. ¶
Stefano Russomanno
1 comentarios para “La Ópera Estatal de Baviera devuelve al melómano sus ruidos de cada día”
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